Debido a los cambios trascendentales que las bibliotecas presentan con la incorporación de innovadoras tecnologías para información y la comunicación, las anteriores prácticas en los procesos relacionados con el desarrollo de colecciones están empezando a mostrar su incapacidad para comprender y atender las actuales necesidades de información de los usuarios, las cuales, conforme transcurre el tiempo se vuelven más complejas y puntuales.
El desarrollo de colecciones está concebido con el propósito específico de proporcionar fuentes de información a las bibliotecas para satisfacer las necesidades de su comunidad de acuerdo a un plan o política de selección y adquisición de recursos. En otras palabras, el desarrollo de colecciones forma parte de un ciclo, que consiste en:
La evaluación de las necesidades de información de la comunidad de usuarios; la evaluación de la colección en cuanto a esas necesidades; el desarrollo de un plan o política de desarrollo de colecciones, incluyendo un presupuesto para satisfacer esas necesidades no satisfechas; la adquisición de los recursos necesarios para llevar a cabo ese plan; la selección de los elementos; su adquisición; y el descarte de ellos (Edgar, 2003, p. 401)
Con ese esquema, era más sencillo planificar las adquisiciones bajo el conocimiento previo de los planes de estudio, las solicitudes explícitas de la comunidad sobre qué materiales se necesitarían para cubrir las actividades académicas o basándonos en la especulación de títulos que posiblemente podrían ser utilizados de acuerdo a las políticas. No obstante, en estos momentos sería pretencioso pensar que el bibliotecario de desarrollo de colecciones, por ejemplo de una biblioteca universitaria, puede anticiparse totalmente a las necesidades reales y exactas de sus usuarios. Sobre todo porque las solicitudes de información en un entorno académico tienden a ser más inmediatas, a la vez que las respuestas a tales demandan también deben satisfacerse de manera más puntual.

Eneas (2006). Fuente: Flickr
Hoy en día, los cambios e innovaciones tecnológicas que han irrumpido en las bibliotecas, repercuten directamente en las necesidades de información de los usuarios, así como también en los procesos de gestión y planificación de las colecciones. Tanto, que la gran cantidad de publicaciones electrónicas han evidenciado la necesidad de analizar y redefinir algunas prácticas y políticas en la gestión de las colecciones. Por ejemplo, el continuo crecimiento de recursos de información electrónicos en texto completo, ha provocado que muchas bibliotecas empiecen a favorecer la adquisición de este tipo de documentos, lo que implica toda una serie de problemáticas para mantener este tipo de colecciones y tratar de llevar a la par los servicios y recursos de información con las nuevas tecnologías.
Una de las principales áreas que preocupan a las bibliotecas, y que están relacionadas con la gestión de las colecciones electrónicas, es la evaluación del formato. Por ejemplo, Singh (2004, p. 56) menciona que los avances tecnológico están acelerando los cambios de formatos, lo cual hace muy complicado la decisión de cuál adquirir y qué herramienta utilizar para garantizar un mejor uso en los próximos años.
Un tema que también debemos considerar como elemento indispensable en las colecciones electrónicas es la cuestión de los recortes presupuestarios. Por ejemplo Miller-Francisco (2003, p. 509) menciona que los recortes en el presupuesto afectan no solamente las finanzas de la biblioteca, sino toda una serie de procesos ligados a la compra de recursos, como son: los costos, el contenido, el uso, la interfaz, los aspectos técnicos, y los acuerdos de licencia. Ahora bien, considerar estos elementos cuando adquirimos recursos electrónicos son básicos, pero se vuelven aún más importantes cuando nos enfrentamos a los recortes de presupuesto, pues permiten reevaluar los recursos que en su momento seleccionamos, funcionan como un segundo filtro, lo cual es mucho más benéfico para la comunidad de usuarios pues hacen uso de los recursos más apropiados para ellos, evitando sesgos con relación a la falta de uso.
Es importante tener presente que desarrollar una colección de recursos digitales, no debe hacerse a la ligera o simplemente por seguir una moda tecnológica sin contemplar las necesidades reales de nuestra comunidad de usuarios. Demas (1998, p. 154), nos ofrece cuatro puntos que debemos considerar antes de aventurarnos en el desarrollo de colecciones digitales:
- La interacción entre la tecnología y la selección.
- La relación entre la selección de la forma o formato y selección del contenido.
- El papel de los bibliotecarios en la selección para la conversión.
- Los métodos de selección y la necesidad de un enfoque más holístico en el contenido.
Los avances tecnológicos aplicados a las bibliotecas, están encaminándolas a una reevaluación y redefinición en la gestión de sus colecciones, así como también a repensar el papel de bibliotecario de desarrollo de colecciones. Diversas investigaciones en el ámbito bibliotecológico se han estado llevando a cabo para analizar estos cambios que han venido a inquietar las prácticas por mantener una colección acorde a las demandas de los usuarios en la era digital. Por ejemplo, desde finales de la década de los 90’ se ha venido incrementado los estudios acerca de la proliferación e importancia de los recursos electrónicos en las bibliotecas.

Cory Doctorow (2008). Fuente: Flickr
Ejemplo de lo anterior, es a partir de 1997 cuando los temas sobre la era digital y lo electrónico, hacen irrupción de manera notoria en la literatura bibliotecológica (Phillips & Williams, 2004). Entre los primeros estudios de mayor relevancia se encuentran el de Norman (1997) y Atkinson (1998), donde mencionan ya la necesidad de integrar los recursos electrónicos y los formatos tradicionales. Así como también, hacen mención a la importancia del bibliotecario en los procesos de desarrollo de colecciones. Otro de los escritos iniciales pertenece a Kovac y Elkordy (2000), donde nos presentan una serie de pasos para crear una biblioteca digital. Posteriormente, a partir de 2004, esta llamada incursión era ya una realidad, pues lo que se venían tratando como preliminares en años anteriores, ahora se ponían en práctica, aplicándose importantes cambios a los contenidos y formatos de los recursos de información existentes en las bibliotecas, y respondiendo así a los nuevos requerimientos de los usuarios (Bullis & Smith, 2011).
En este contexto, surgieron importantes estudios sobre el impacto de las tecnologías en la administración de las colecciones y en el papel del bibliotecario, por ejemplo, se puede citar a Singh (2004), que hizo hincapié en la necesidad de un cambio en la políticas de desarrollo de colecciones, así como también proporcionó información relevante sobre los distintos formatos electrónicos y algunos criterios para evaluarlos. Igualmente, se puede mencionar a Atkinson (2004), con su estudio sobre la importancia de la preparación y mediación del bibliotecario de desarrollo de colecciones ante los nuevos retos y necesidades de los usuarios. Dos años después vuelve hacer aparición Atkinson (2006) con sus seis desafíos claves para continuar el debate sobre la evolución de las colecciones bibliotecarias.
Los estudios sobre el cambio en el desarrollo de colecciones siguieron proliferando, uno de los más recientes es el de Anderson (2011), quien afirma que el futuro de la colección bibliotecaria, en realidad no es una colección tradicional, pues la idea es hacer más dinámico el flujo que provee la información al usuario. No se puede dejar de lado la posibilidad de que las bibliotecas vayan caminando a satisfacer las necesidades de información inmediatas, haciendo más dinámico el flujo de proporcionar la información de manera ilimitada, cambiando el paradigma en los procesos de diseñar las políticas de desarrollo de colecciones, en la planificación presupuestal, en la selección y adquisición de fuentes de información, y finalmente también en la evaluación de las colecciones y recursos.
Concluyendo, actualmente las bibliotecas necesitan evolucionar paralelamente con la tecnología, y definir las mejores prácticas que nos permita balancear las adquisiciones bibliográficas tradicionales y los recursos electrónicos vigentes para lograr ofrecer mejores recursos de información, pero sobre todo, para proporcionar las fuentes de información que realmente necesiten nuestros usuarios.
Referencias
Anderson, R. (2011). Collections 2021: the future of the library collection is not a collection. Serials, 24(3), 211-215.
Atkinson, R. (1998). Managing traditional materials in an online environment: some definitions and distinctions for a future collection management. Library Resources & Technical Services, 42(1), 7-20.
Atkinson, R. (2004). The acquisitions librarian as change agent in the transition to the electronic library. Library Resources & Technical Services, 48(3), 216-226.
Atkinson, R. (2006). Six key challenges for the future of collection development introduction to the janus conference breakout sessions. Library Resources & Technical Services, 50(4), 244-251.
Bullis, D. R., & Smith, L. (2011). Looking back, moving forward in the digital age: a review of the collection management and development literature, 2004-8. Library Resources & Technical Services, 55(4), 205-220.
Demas, S. (1998). What will collection development do? Collection Management, 22(3-4), 151-159.
Edgar, W. B. (2003). Toward a theory of collection development: an activities and attributes approach. Library Collections, Acquisitions, & Technical Services, 27(4), 393–423.
Kovacs, D. K., & Elkordy, A. (2000). Collection development in cyberspace: building an electronic library collection. Library Hi Tech, 18(4), 335-59.
Miller-Francisco, E. (2003). Managing electronic resources in a time of shrinking budgets. Library Collections, Acquisitions, & Technical Services, 27(4), 507–512.
Norman, O. (1997). The impact of electronic information sources on collection development: a survey of current practice. Library Hi Tech, 15(1-2), 123-32.
Phillips, L. L., & Williams, S. R. (2004). Collection development embraces the digital age: a review of the literature, 1997-2003. Library Resources & Technical Services, 48(4), 273-299.