¿Biblio Qué? 

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#BiblioQuéNuncaMás

Nunca me imaginé, ni soñé ser bibliotecóloga. No sabía nada de la carrera. Me hablaron de ella, leí el perfil en el prospecto de la universidad, finalmente decidí tomar el riesgo. La emoción, como la de muchos otros, radica en “ser universitaria”, la experiencia per sé. Pero aún no sabía ni terminaba de entender por qué era importante ser bibliotecóloga, cuál sería mi aporte profesional y social. Aún sumergía las narices en una bella ignorancia. Es entonces donde aparece la luz en el camino. La abuelita del moño y lentes no aparecía por ningún lado, no era esa la imagen de la carrera, al menos no ante mis ojos.

Se han enumerado ya varios trabajos sobre las competencias bibliotecarias, sobre los perfiles y claro sobre su evolución. Lo cierto es que cada una de ellas, se restringe más a su ámbito local o similar, tenemos el claro ejemplo de España, Brasil, Colombia, Chile, etc. Y si bien estamos en un momento de la historia donde se requiere contar con capacidades multidisciplinarias, también se exige poder desempeñarse en un mundo globalizado. Sin embargo veamos cómo va el tema en el Perú.

El contexto peruano de la Bibliotecología

En Perú la Bibliotecología nació con Jorge Basadre, el bibliotecario historiador y abogado, y tuvo él como visión, convertirla en una carrera profesional, hecho que sucedió en el año 1980 en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de la misma manera se creó en el año 1986 en la Pontificia Universidad Católica del Perú, hasta el momento son sólo ellas dos las que se encargan de la profesionalización de los bibliotecarios. Cambios ha habido, incluso en ésta última universidad, ahora la carrera se llama Ciencias de la Información, en San Marcos, aún contamos con el nombre de Bibliotecología y Ciencias de la Información.

Pero sobre las Ciencias de la Información, casi nada se conoce o se ha desarrollado, es decir, si preguntamos a cualquiera de nuestro ámbito inmediato sobre qué hacemos o cómo nos perciben a los bibliotecólogos, seguramente  encontraremos los gestos de duda, sorpresa, sonrisitas que van y que vienen y finalmente, “bibliotecas y libros”,  y no es su culpa por supuesto, no pueden albergar otra idea más allá, y aquí debemos hacer un MEA CULPA grupal, no nos hemos hecho cargo de explicarle al mundo, a nuestro mundo, la razón de ser del bibliotecario. No nos hemos, además, marqueteado bien. Pero existen profesionales que desde un horizonte poco avizorado, se encargan de dejar en alto el nombre de la Bibliotecología ¿qué sucede entonces? ¿Por qué aún somos tan subestimados?

Esta realidad no sólo es la peruana, es el promedio entre los países latinoamericanos, sin embargo contextualizando a Perú, la realidad es un tanto más preocupante ¿Por qué? Contamos con un Colegio de Bibliotecólogos, con una legislación “Ley del Ejercicio Profesional en Bibliotecología y Ciencias de la Información N° 29181” (2008), y hasta la fecha no cuenta con reglamentación, un Sistema de Bibliotecas regido por la Biblioteca Nacional del Perú, que aun en la práctica no muestra resultados, esfuerzos hay, pero donde su situación es poco alentadora para los bibliotecólogos; además de una buena cantidad de Redes de bibliotecarios que se encargan de buscar mejoras, realizar actividades divulgativas y de formación. Entonces, regresamos a la misma pregunta inicial ¿Por qué somos tan subestimados?

El análisis deberá pasar siempre por una línea más delgada, que tendrá responsabilidad en cada una de las partes ya mencionadas, porque al final es una construcción conjunta que requiere de engranar esfuerzos e intercambiar conocimientos. Sí, requiere de ESFUERZO CONJUNTO, significa que deberemos entablar lazos profesionales, de amistad y sociales que en general articulen las estrategias para formar el camino hacia la revalorización del bibliotecólogo. Ser profesional también significa saber reconocer cuando hay un objetivo común con otros, con los que quizá no compartamos formas.

Formando bibliotecólogos

Ser profesional significa empaparse de lo que nos atañe de forma colectiva, también pasa por estar en constante aprendizaje y este compartirlo. Entender que una carrera evoluciona no significa pasar por encima de ninguna generación, por el contrario debemos sumar para que aquellas nuevas generaciones de profesionales, conozcan y comprendan el origen de su carrera, y sobre ella construyan su nuevo porvenir. Sí, es una reflexión más amplia, y justamente esa reflexión debería empezar por las aulas de las universidades,  debatiendo sobre su futuro y realidad actual, entrando en un campo más profundo, como por ejemplo la filosofía, tal como lo señala Cárdenas (2000) esta puede aportar significativamente a la Bibliotecología, pues ya dice de ella que puede:

“(…) plantear problemas, analizar conceptos, descentrarse de su propio punto de vista y tomar distancia frente a las opiniones, ejercer un espíritu crítico frente a las ideas recibidas y a esquemas de pensamiento establecidos… Concluir una reflexión desde la exposición de una pregunta hasta la formulación de una respuesta.”

Entonces el bibliotecólogo deberá conocer y manipular herramientas, métodos, donde las tecnologías estarán en permanente cambio, y seguir en constante comunicación con sus pares. Pero no debe suponer esta, que el Bibliotecólogo cambie a diestra y siniestra en función de ellas. Para que esto no suceda, el Bibliotecólogo debe contar con la claridad que se espera en cualquier profesión, para ello entonces retomando la idea de “filosofar”, será necesario entrar en un campo más complejo, el de la epistemología de la bibliotecología, es así que Quintero (2007) dice:

“(…) la epistemología estudia una parcela del universo del conocimiento como es el campo de la bibliotecología, territorio de interés que busca fundamentarse y validar su producción cognitiva. Así, la epistemología de la bibliotecología procurará un abordaje intracientífico, es decir, un análisis continental que reconozca e identifique los métodos, los objetos, las definiciones y conceptos propios, los caminos para su investigación y la concepción que la comunidad académica tiene de lo científico, con lo que se pretende, finalmente, validar o legitimar las comprensiones racionales que la bibliotecología hace de una parte de la realidad o de la experiencia en el mundo, además de su impacto y utilidad social.”

Como vemos, la Bibliotecología no debe ser, como se le reconoce hasta ahora, una “carrera técnica”. No, no es una carrera técnica, no debería de serlo. Aclaremos ¿cuenta con labores técnicas? Sí, ¿Son las únicas? No. La universidad es justamente el espacio propicio para que una profesión resuelva, bajo una metodología profesional, acuciosa, científica en el mejor de los casos, aquellas necesidades de la Sociedad. Una Sociedad siempre ambivalente, diversa, compleja. Pero entendamos que esto es parte de uno de los ejes donde debe replantearse, como debe hacerse cada cierto tiempo dentro de toda carrera.

¿Y entonces qué hacemos los bibliotecólogos?

El bibliotecario también se dedica al tratamiento físico y virtual, la conservación y difusión y comunicación de los recursos informativos, administra, planifica y controla los mismos. En resumidas cuentas trabajamos con información en cualquiera de sus soportes, si bien el libro, como objeto tradicional, no deja de ser nuestro más emblemático recurso, ya no es el único, por lo que gestionar la información y más aún el conocimiento requiere de una tratativa profesional bien identificada y que sea capaz de extender sus lazos a cualquiera sea el campo en el que se desempeñe el bibliotecólogo.

Imagen tomada de: https://es.slideshare.net/nievesglez/radiografia-de-un-bibliotecario-innovador 

 

Existe un sin número de veces, en donde debo yo misma buscar la mejor respuesta a cuando me preguntan ¿y además de prestar libros, qué más hacen los bibliotecólogos? Al inicio de aquellas primeras ocasiones, solía ofenderme, han pasado los años, y ya no me ofendo, me preocupo. La imagen del bibliotecólogo sigue aunada a su labor, más tradicional pero no menos importante. Y debo señalar que esta misma imagen es la que se ha propalado por doquier, inclusive dentro de sus propios profesionales de forma asolapada. Peor aún entre profesionales de otras carreras, con las que se comparten espacios laborales, como los historiadores, los administradores, los informáticos y los profesores.

Particularmente soy de las bibliotecólogas que no ve en ellos competencia, la formación que tiene el bibliotecólogo debería tener bien marcada sus líneas de acción para ello requiere estar siempre enlazada a sus conocimientos y aptitudes en general y suponga un rol de cooperación, de fuente de consulta, si se quiere de intermediario. Sin embargo el enfrentamiento se debe a causas, justamente laborales, es decir, a los puestos laborales, que debieran ser ocupados por profesionales de la carrera, pero que en muchos casos “se ajustan” al perfil de uno u otro profesional distinto del bibliotecólogo, regularmente porque son puestos de confianza o por facilismos, e incluso vacíos legales. En varios casos se nos ha acusado de “no contar con el perfil”, que en determinadas situaciones podrían estar, triste y objetivamente bien argumentadas. ¿Acaso no hay profesionales en Bibliotecología que signifiquen un cambio de estereotipo?

Respondiendo a lo anterior, debo comentar, que en los últimos dos años en los que he ido acudiendo a una serie de conferencias, charlas, talleres, simposios, etc. He encontrado dos situaciones. La primera, que la visión del estudiante actual de Bibliotecología, desconoce o no tiene claro las bases de la bibliotecología, aquí debe retomarse la crítica y debate en aulas para que la historia siempre esté presente y haga simbiosis con el nuevo conocimiento de estas generaciones, que requieren de un acompañamiento por aquellos profesionales que ya cuentan con la experiencia y bagaje para sortear las mejores opciones de corte profesional.

Lo segundo, y es aquí donde radica mi mayor preocupación, es que desde una de las instituciones emblemáticas de nuestro país, la Biblioteca Nacional del Perú, no se revalora al profesional bibliotecólogo, por el contrario se ha visto, la imagen del bibliotecólogo” inmersa en una serie de penosas situaciones, ya dice Hidalgo (2018) “El Perú es un país de bibliotecarios maltratados” (p. 223) y aunque se dirija más a los diversos directores bibliotecarios de nuestra Biblioteca Nacional, yo sumaría a los bibliotecólogos, maltratados también por algunos de estos directores, quizá por desconocimiento, por ideología, que sin dejar de ser real la situación, que en otros tantos casos diversos profesionales de la carrera no le hacen honor.

Preocupación y esperanza bibliotecaria

Ante esta situación de indignación, de momentos de desesperanza, de turbiedad profesional, y así como otros esfuerzos dignos de grupos de estudiantes como de profesionales de la carrera, decidimos, ya casi un año atrás, junto con varios colegas, conformar un Colectivo, al que hemos denominado INFÓMAN@S tratando de aunar lo tradicional de los bibliotecólogos con los nuevos paradigmas que lo rodean, y revalorizar al profesional, cooperando con el  posicionamiento de la carrera, buscando las salidas para comunicar de aquellos esfuerzos de bibliotecólogos que muchos desconocen, desde una biblioteca comunal, un CRAI (Centro de Recursos para el Aprendizaje e Investigación), y en general toda unidad de información en donde el bibliotecólogo, como profesional de la información participe aportando significativamente.

Se ha olvidado que una de las tantas ventajas del Bibliotecólogo es que se mueve entre redes, y que justamente eso debemos aplicar para buscar renovar la imagen del bibliotecólogo, EL ESFUERZO COLECTIVO.

Referencias bibliográficas

  • Cárdenas, L. (2000) Notas sobre la enseñanza de la filosofía. Revista Folios, no. 22, p.41
  • Hidalgo, D. (2018). La biblioteca fantasma. Lima: Editorial Planeta.
  • Quintero, N. (2007)  Aproximación a la epistemología de la bibliotecología como estudio regional del conocimiento. Revista Interamericana de Bibliotecología, Jul., vol. 30, no. 2, p. 71-87. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/rib/v30n2/v30n2a04.pdf

 

Brenda Z. Torrejón Estrada

Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la información por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Egresada de la Maestría de Psicología Educativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro fundador del Colectivo Infóman@s de profesionales de la información. Con experiencia en gestión de Bibliotecas universitarias, especializadas y escolares. Actualmente Jefa de la Biblioteca de Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería en Lima, Perú.

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