El término cultura ha sido abordado desde hace muchos años de manera exhaustiva, y en la actualidad aparece en todos lados ya no sólo como sustantivo sino también como adjetivo.
En el ámbito Iberoamericano la Gestión Cultural – GC surge desde la segunda mitad de la década de los ochenta y su definición es aún compleja:
“La administración de una organización cultural (en el sentido amplio de la palabra pudiendo referirse, también, a los proyectos o infraestructuras culturales) mediante el mejor aprovechamiento de los recursos. Es, entonces, una disciplina utilizada con enfoque gerencial que sirve como instrumento para la producción de bienes y servicios culturales, para la reflexión estratégica en el territorio y para el desarrollo de una visión global favorecedora de interacciones en la gestión de la complejidad social”. (Blanco, 2008).
Un enfoque más actual es el centrado en el desarrollo:
“La gestión cultural constituye una palanca del desarrollo humano si se fundamenta en un concepto abierto y operativo de cultura y si toma en cuenta los rasgos identitarios de las sociedades en que se ejerce. Identidad ni rígida ni anclada en esencias inmarcesibles si no cambiante, conflictiva, en un marco de interculturalidad.» (Olmos, 2008).
Por otro lado, a los sujetos que realizan acciones o estrategias para acercar a la población de un determinado territorio a la cultura se les denomina gestores culturales, quienes generalmente promueven actividades artísticas, científicas, museísticas y de conservación del patrimonio, de promoción cultural, de extensión y apoyo general; y de capacitación cultural.
En la GC convergen una serie profesionales del campo de la cultura, y no cabe duda que los bibliotecarios desde las bibliotecas, archivos y centros de documentación gestionan desde hace mucho recursos culturales. Los bibliotecarios como gestores culturales deben buscar hacer de estos espacios públicos mucho más participativos y ser agentes mediadores para que los ciudadanos ejerzan y pongan en práctica su derecho a la cultura, la educación y la información que impulsará un cambio socio-cultural en la población.
Como se ha mencionado, la gestión bibliotecaria implica la gestión de actividades culturales tales como: talleres, exposiciones, charlas, cuentacuentos, concursos, entre otros; sin embargo todavía son pocos los bibliotecarios formados específicamente en GC, lo cual es sumamente necesario para alcanzar resultados más fructíferos en la puesta en marcha de proyectos culturales.
Finalmente, debe considerarse que para una gestión cultural sea pertinente el bibliotecario deberá incorporar ingredientes locales como la identidad y el patrimonio.
Fuentes consultadas:
- Blanco, I. (2008). La planificación de la gestión cultural: de las necesidades socioculturales a la organización de actividades. En J. Gómez y P. Quílez (Coord.), La biblioteca, espacio de cultura y participación (pp. 13-47) Madrid: Anabad.
- Olmos, A. (2008). Gestión cultural y desarrollo: claves del desarrollo. Madrid: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.
- Gorosito, A. (2002) “La Gestión Cultural en el sistema de bibliotecas de la Universidad tecnológica metropolitana-Santiago de Chile”. Biblios, 14, 1-10.