Castillo de naipes.

Naipes

Fuente: es.dreamstime.com

Cierta mañana en los pasillos de la Escuela de Bibliotecología y Archivología de la Universidad Central de Venezuela, caminábamos juntos Daphne Rebeca y mi persona, rumbo al cafetín de Alicia, para degustar de un café mañanero, mientras platicábamos que dogmáticamente y manteniendo el patrón inculcado por nuestros padres, abuelos, bisabuelos y todas las generaciones que se afanan en decirnos: ¡Hijo. Quiero que estudies mucho, obtengas altas calificaciones, así podrás encontrar un empleo seguro y firme en una compañía!

Nuestra profesión es un deporte de sistemas. Los académicos son nuestros entrenadores, expertos en las materias, son obsesivos al extremo con nosotros, plasman matrices, esquemas, gráficos, palabras con tiza en el pizarrón o con marcadores para pizarras de acrílico, lo cierto es que borran y vuelven a dibujar, para que logremos comprender lo que ellos nos quieren transmitir.

¿Se enojan? Sí, algunos lo disimulan otros no tanto, sobre todo cuando no replicamos verbal o de manera escrita el guión del libreto que nos han esbozado durante el tiempo que requerimos para nuestra jornada de aprendizaje.

En la semana, es una comunicación no verbal entre ellos y nosotros, observan, planifican estrategias, tácticas, aquellas emociones que nos hacen humanos, reales, esa energía en movimiento que ellos van moldeando para cumplir con los roles predestinados y su pronta ejecución.

El despertador siempre suena a la misma hora. A madrugar se ha dicho, a levantarse, cepillarnos los dientes, bañarse, no hay tiempo para café, ni desayuno, el transporte me va a dejar si no apresuramos el paso. Bolso, apuntes, trasnochos, expectativas, rutina, aburrimiento, toda una mezcla de pesares o de oportunidades, donde el hábito otorga seguridad y confianza.

Tic, tac, tic, tac, es la sincronización del reloj que no se detiene, sin improvisaciones, con errores y sin errores, habrá cuestionamientos. Se puede alcanzar el éxito por este camino, “la adaptación a nuevas situaciones” (Lee Torres-Pérez, 2017, p.13), a veces puede resultar insuficiente. A veces nos preguntamos: ¿Acaso enseñar significa hablar o disertar?. El detalle es que así es como nos enseñan en los salones de clase, pero esa no es la forma en que la “Maestra Vida te enseña, te quita y te da” (Blades, 1980).

Fuera del salón de clases, la maestra vida no te habla, te va empujando y en cada empujón la vida nos va diciendo, despierta hay algo que quiero que aprendas, algunos se rinden, otros luchan, hay un puñado que parecen ser una especie en vía de extinción; espíritus salvajes que ponen todo patas para arriba, que enervan a los que tratan de controlarlos porque, con ellos, no existen las correas ni las ataduras, unos cuantos aprenden la lección y siguen avanzando.

Entre tantos tonos grises, aparecen algunos que tienen color. En tiempos de cuidados protocolares, los músculos se tensan, las pupilas con llamas ardientes, su cerebro entra en estado de ebullición, tienen agallas y no se rendirán cada vez que la vida los presione.

Tampoco vivirán la vida, apostando sobre seguro, pretendiendo no arriesgarse y mucho menos resignarse con lo que tienen, siempre habrá el que realmente deseaba ganar, pero el miedo de perder era más grande que el entusiasmo por ganar.

Una vez que cruzamos el umbral de la maestra vida y nos percatamos que poseemos una hoja en blanco para escribir y definir nuestras propias reglas, que nos destierran de nuestra zona de confort, uno nunca sabe lo que va a pasar y esa naturaleza de lo impensado es lo que nos convierte en alguien realmente “emprendedor” (Moros, 2003, p. 24). Si la vida fuese un guión, prefiero siempre tener la hoja en blanco, sin condiciones.

No se trata de una cuestión de contenido sino de forma, ¿y  que resolverá el problema? Sencillamente, desarrollar la materia gris que esta entre nuestras orejas.

La mayoría de las personas, pretenden que todo el mundo cambie, excepto ellos mismos, procuran enfrascarse en que los demás somos el problema, cuando en realidad, ellos son el problema, entonces puedes cambiarte a ti mismo y crecer exponencialmente sin necesidad de amargarle la existencia a otros.

En la medida que avanzamos, todo empieza a ser más claro, no me gustan los saludos de protocolo, las colas en los bancos, ni en las salas de espera. Prefiero la emoción, la euforia, la adrenalina, la expectativa, la esperanza y el amor incondicional. Siempre dudo de los cargos jerárquicos, de los trajes caros y las verdades absolutas.

¿Tiene sentido todo esto? ¿Dejarse arrastrar por la multitud? ¿Hacer las cosas porque la mayoría las hace? ¿Conformarse en lugar de cuestionarse?

Me gusta escuchar lo que me cuentan y leo cada día porque siempre, hay algo nuevo por aprender. Lloro si vale la pena hacerlo e intento que me afecten cada vez menos las críticas. Enseño cuando tengo que hacerlo.

Esa intensidad, ese espíritu, esa risa que explota cada vez que cada uno de nosotros estamos claros que el aprendizaje siempre está en un terreno espinoso, un lugar que casi todos evitan, y para poder superar los terrenos espinosos, nuestros miedos y ansiedades, debemos confrontarlos, el camino hacia la salida es a través de la mente, eligiendo nuestros pensamientos, “aprender a utilizar nuestras emociones para pensar y no pensar con las emociones” (López Salazar, 2016, p.12). Hay que saber utilizar lo que tenemos entre las orejas.

Si pretendemos construir un edificio, lo primero que necesitamos es cavar profundo y con los materiales idóneos para tener los cimientos fuertes y sólidos, en cambio si vas a construir un edificio sin bases sólidas, pretendiendo copiar, pegar, plagiando, pagando para que te hagan la tesis, entonces estas errando.

Motivado a esa ilusión de “confianza e ignorancia de las masas” (Pasquali, 1998, p.36), es la razón por la cual el castillo de naipes se mantiene en el tiempo, rogando que ni una leve brisa lo desplome.

Nuestro sistema escolar, ha sido concebido en la era agraria y hay desgobernantes que apoyan este dogmatismo, aún en estos tiempos acelerados en los que actualmente vivimos.

La mayor riqueza de una persona es la educación, la formación, para ser flexibles, mantener una mente abierta y seguir aprendiendo día a día, para algunas personas aprehender de las simplicidades es rebajarse, para ellos, su orgullo los antecede y algunos temas les resultan sin sentido.

Cuando la realidad es que no importan las palabras en sí, sino el relato que se transmite. Tal vez, leen sin entender demasiado, lo cual es lectura comprehensiva, serán muy diestros leyendo las palabras, pero no entienden nada de la comprensión del texto.

La formación educacional está diseñada para producir buenos empleados, en lugar de empleadores. Las palabras que debemos eliminar de nuestros pensamientos son:

¡Debemos hacerlo de esta manera, porque así es como todos los demás lo hacen! ¡No se puede! ¡No creo que usted pueda hacerlo! ¡Estás loco para ir a esa cruzada! ¡Ya veremos cuanto le dura el entusiasmo! ¡Se lo dije! O te dan una palmada en el hombro, supuestamente de consolación.

Daphne Rebeca siempre argumentaba, ‘debemos ser perseverantes, ese es el gran triunfo que nos permitirá, hoy, mañana y para siempre, trascender en nuestras vidas’.

En memoria de Daphne Rebeca (1971 – +2021)

Fernando Antonio Salas Granado

Bibliografía.

Blades, Rubén (1980). Maestra Vida. [Vinyl, 7″, EP, 45 RPM].- New York: FANIA RECORDS

Lee Torres-Pérez, Myrna (2017). Una mirada exploratoria a las primeras experiencias de los Bibliotecarios Puertorriqueños con el marco para la Alfabetización Informacional en la Educación Superior.- Educación, Formación e Investigación. Vol. 3 (5), p.13

López Salazar, José Jesús Rafael (2016). Competencias Informacionales de los Estudiantes de la Escuela de Bibliotecología de la Universidad Central de Venezuela (Information skills of Students the School of Library Science at Universidad Central de Venezuela).- Gestión I+D. Vol. 1 (1), p.12

Moros, Ángel. (2003). Evolución del concepto de conocimiento desde la pirámide informacional: propuesta de servicio de gestión del conocimiento científico para instituciones de educación superior. Madrid: Universidad Carlos III.

Pasquali, Antonio (1998). Bienvenido Global Village: comunicación y moral.- Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamérica.

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