Podría decir que este es un tema que aunque tiene ciertos elementos estandarizados, sigue teniendo tela de donde cortar y más aún cuando hablamos de tecnologías de información aplicadas a las bibliotecas digitales.
Y esto debido a que tan importante como la creación y desarrollo de colecciones digitales es el desarrollo de mecanismos que permitan su recuperación y distribución. De nada sirve crear copiosas cantidades de información si ésta no puede ser localizada cuando se requiere o si se deben invertir enormes cantidades de tiempo en decantar información no relevante para nuestra actividad. La información para el estudio, la investigación, el trabajo o la capacitación debe estar a unos cuantos golpes de tecla cuando se requiera.
Debe ser veraz, oportuna, pertinente y suficiente. De hecho, podríamos decir que estos factores marcan la diferencia esencial entre una verdadera colección y una masa amorfa de información.
Por supuesto, entre más rica y abundante es una colección, es más deseable para atender a las necesidades de su comunidad; pero entre más numerosa es una colección, más crece el problema de recuperar esa información de manera adecuada. Las bibliotecas han contendido con el problema a nivel mundial desde desde siempre aún y cuando han cambiado los formatos y por lo mismo han desarrollado sistemas muy refinados de almacenamiento y recuperación de información (1).
El formato MARC apareció originalmente para facilitar la creación de fichas catalográficas de la Biblioteca del Congreso conforme las bibliotecas las solicitaran. La Descripción Bibliográfica Internacional Normalizada (ISBD) surgió a partir de la Standard Bibliographic Description (SBD) -Norma para la Descripción Bibliográfica- elaborada por una comisión designada para tal fin como resultado del Congreso Internacional de la IFLA de Expertos en Catalogación (IMCE). A la SBD se la consideraba, entre otras cosas, como un modo de normalizar la presentación de los datos descriptivos de un documento de tal modo que pudiese traducirse automáticamente al formato MARC -de ahí que tuviese su puntuación peculiar, mecánica y exacta-. La segunda edición de las Reglas de Catalogación Angloamericanas AACR2 fue el resultado de décadas de esfuerzo para conseguir la uniformidad en la catalogación en el mundo anglosajón y especialmente para unificar las prácticas de la catalogación descriptiva británica y norteamericana.
Y aunque ha habido personas y organizaciones que han defendido la ortodoxia del registro documental por muchos años sólo para ver cómo sus mecanismos eran rebasados vertiginosamente por la variedad y abundancia documental, resultando poco útiles para los usuarios, de hecho hubo quien pensó que no era necesaria ninguna regla de registro, o que éstas podían ser del todo laxas, y que a “fuerza bruta” de procesamiento de computadora toda la información podía ser encontrada. Ahí quedan como prueba algunos de los primeros “buscadores” de Internet, los cuales recuperaban (y algunos todavía lo hacen) un verdadero océano de basura documental, en el que encontrar lo relevante era tarea imposible, resultando poco útiles para los usuarios.
Desde luego plantear posiciones radicales no apoya a ninguna de las partes que se confrontan, el mismo desarrollo de las tecnologías su estandarización y ocupación están dando por resultado un uso que bien podríamos denominarlo de transición en el cual los elementos descriptivos de la información se integran en ambientes híbridos y que hasta prestan este calificativo, ejemplo es la biblioteca híbrida.
El término «metadatos» se utiliza cada vez más como un aspecto cotidiano a nivel bibliotecológico cuando se habla del manejo de la información y no se diga en las bibliotecas digitales, aunque en si los metadatos no suponen algo muy nuevo dentro del mundo bibliotecario.
Los metadatos tratan de representar la información electrónica tan dispersa y representan a la descripción bibliográfica de recursos electrónicos.
En términos generales, un metadato es un elemento que describe el contenido, condiciones, características, etcétera, de un documento con el fin de definir, identificar, organizar, indizar, filtrar, colocar, preservar, recuperar y administrar ese documento como una parte de un conjunto ordenado de recursos de información, electrónicos o no. Los metadatos pueden crearse para describir los atributos inherentes de un recurso documental cualquiera que este sea: objeto bibliográfico, -libro, revista, tesis, etcétera-, registros e inventarios archivísticos, objetos geoespaciales, recursos visuales -realia-, y de museos y galerías, programas de computadora, paginas Web, etcétera. Los metadatos pueden presentar diferentes niveles de especificidad, profundidad o estructura. (1)
En Internet los metadatos son datos acerca de recursos informativos asociable en la red. No obstante que el concepto metadato y su significado ha sido atribuido a Jack Mayers (1960), se puede decir que los bibliotecarios han creado metadatos durante siglos, pero el titulo y aplicación en un sentido tecnológico es nuevo. De cierta forma podríamos decir que los registros bibliográficos construidos utilizando sistemas de clasificación y las reglas de catalogación pueden verse como metadatos.
Situando la definición hay una que particularmente se me hace interesante ya que se plantea más desde un punto de vista bibliotecólogico es la siguiente: “es un conjunto de elementos que se utilizan para ayudar a la identificación, descripción y localización de recursos electrónicos por medio de una representación de la descripción bibliográfica de los mismos.(2)
Y en base a estas definiciones y asociación de términos podemos comentar también que el uso de metadatos en las bibliotecas digitales comenzó de manera incipiente a partir de que salieran a la luz algunos estándares de metadatos tales como GILS, Dublin Core, FGDC, etc. Obviamente su uso en esos inicios fue muy limitado (3), pero a la fecha tenemos más que conocido formato MARC y algo que suelo tener muy en cuenta a ultimas fechas es la iniciativa BIBFRAME, de la cual seguramente tendremos mucho de que hablar en el presente-futuro, tal como lo hacemos con RDA.
Obras consultadas y recomendadas.
1. Voutssás Márquez, Juan. 2007. Un modelo de planeación de bibliotecas digitales para México, México, UNAM , Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas.
2. Juárez Santamaría Beatriz. Uso de los metadatos en el orden documental. Información producción y servicios, vol. 10, núm. 42 (verano) p. 8
3. Juárez Santamaría Beatriz. El uso de metadatos en la biblioteca digital. En: Martínez Arellano Filiberto Felipe. Comp. Jornadas Mexicanas de biblioteconomía- (32: 2001: Xalapa, Ver.) p. 145