Declaración de Caracas, 1982-2022: entrevista a Didier Álvarez Zapata

A los 29 años de culminación de mi gestión como directora de la BN [Biblioteca Nacional] de Venezuela, ejercida durante cinco períodos presidenciales sucesivos, me satisface haber participado, junto a un valioso y entusiasta equipo de trabajo, en la creación y desarrollo del Sistema Nacional de Servicios de Bibliotecas e Información (SINASBI), propuesto por UNESCO. Gracias al apoyo de organismos nacionales e internacionales, a la continuidad de la gestión y a las condiciones culturales, políticas y financieras favorables pudimos contribuir a la modernización del país”.
Virginia Betancourt Valverde
El Sistema Nacional de Bibliotecas e Información de Venezuela (Sinasbi): 1974-1998. Una experiencia latinoamericana exitosa en la formación de ciudadanía

 

Este mes de octubre de 2022 se han cumplido los 40 años de la histórica «Declaración de Caracas para la Biblioteca Pública como factor de desarrollo e instrumento de cambio social en América Latina y el Caribe», acuerdo regional que en su momento fue celebrado en la capital venezolana y auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA), y el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas de Venezuela (IABN).

Un documento desarrollado por especialistas de toda la región, que consensuaron establecer los principios de la Biblioteca Pública latinoamericana. Al cumplirse el 40° aniversario de tan importante acontecimiento, hemos querido consultar a un experto en la materia acerca de la importancia que ha tenido esta Declaración para los sistemas y redes de bibliotecas en nuestros países, una especie de balance de los principios y las condiciones allí plasmados, y un ejercicio de imaginación que nos permite pensar la renovación de dichos principios en este siglo XXI.

Para ello, contamos con la valiosa intervención del Profesor Didier Álvarez Zapata. Bibliotecólogo de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, Colombia. Especialista en Animación Sociocultural y Pedagogía Social y Magíster en Ciencia Política. Ha sido bibliotecario escolar, público y universitario en diferentes servicios, redes y sistemas de información. Desde 1998 se desempeña como profesor de la Universidad de Antioquia.

Si hay una persona que ha estudiado ampliamente el discurso bibliotecario público sobre la lectura en América Latina (Álvarez y Gómez, 2002), las relaciones entre la lectura, la escritura, la ciudadanía y las bibliotecas (Álvarez, 2005), la generación de políticas públicas para la biblioteca pública (Jaramillo, Álvarez y Moncada, 2005), la perspectiva cultural, educativa y política de la biblioteca pública en la región (Álvarez, 2006), o ha realizado análisis comparativos de los planes nacionales de lectura de Iberoamérica (Álvarez, 2014); ése ha sido el profesor Didier Álvarez. En esta oportunidad, hemos querido conversar con él a propósito de los 40 años de la Declaración de Caracas. A continuación, nuestra entrevista con el profesor Álvarez (DAZ):

Imagen referencial (falla de origen) de nota de prensa del diario El Nacional (Venezuela), del 31 de octubre de 1982, con relación a la Declaración de Caracas. Fuente: Archivo personal.

  • Importancia de la Declaración de Caracas para la Biblioteca Pública como factor de desarrollo e instrumento de cambio social en América Latina y el Caribe.

Renny José Granda (RJG): Entre el 25 y el 29 de octubre de 1982, se realizó en Caracas, Venezuela, la “Reunión Regional sobre el Estado Actual y las Estrategias para el Desarrollo de los Servicios de Bibliotecas Públicas en América Latina y el Caribe”. De este encuentro, nació la Declaración de Caracas. ¿Qué impacto tuvo o ha tenido en el sector educativo, cultural y bibliotecario de su país el contenido de este documento técnico?

DAZ: Debe considerarse que el impacto de la Declaración de Caracas (como el de cualquier otro documento indicativo) se expresa en dos dimensiones:

La primera: las transformaciones sociales y estatales que haya podido suscitar o alentar en la Región (América Latina y el Caribe).

Esto constituye el ámbito de la biblioteca pública como organismo y agencia social. Tiene que ver con los relacionamientos de la Biblioteca con las esferas sociales (territorio e historia) y los procesos sociales (culturales, educativos, económicos y políticos), y las maneras como estos son comprendidos, proyectados y vinculados a sus dinámicas.

 La segunda: las transformaciones que haya impulsado específicamente en lo bibliotecario (más no únicamente en lo bibliotecario público). Esto constituye el ámbito de lo bibliotecológico, entendido como un campo tanto de realizaciones pragmáticas con los objetos-prácticas que la construyen; y de resoluciones epistémicas de la idea de Biblioteca.

Esta dimensión tiene que ver, a su vez, con el significado y uso social de la Biblioteca, entendida en el sentido en que la propone Alfaro[1] (no solo de la biblioteca pública), y su correspondiente sustento filosófico, antropológico, sociológico, pedagógico, económico y politológico como organismo y agencia social.

En este sentido, no debe considerarse que la Declaración de Caracas sea apenas un “documento técnico”, es decir, solo un texto referido a las estructuras o las prácticas bibliotecarias, sino que es, y de manera evidente, un documento de orden filosófico, e incluso, ideológico, dada toda su carga referente al diseño del mundo social y político.

En este marco comprensivo, y en respuesta específica a la pregunta que se hace sobre los impactos que tuvo o ha tenido la Declaración en el sector educativo, cultural y bibliotecario de Colombia, pueden plantearse las siguientes cuestiones:

  1.           En relación con la primera dimensión o plano de las transformaciones sociales y estatales que haya podido suscitar la Declaración en Colombia:

 1.1.        En cuanto a lo político, y particularmente en lo tocante al diseño y funcionamiento del Estado, la Declaración constituyó un llamado de atención respecto del valor y pertinencia de algunas iniciativas que desde el gobierno central colombiano ya venían dándose respecto de lo bibliotecario público, en cabeza del Instituto Colombiano de Cultura (COLCULTURA)[2]; así como desde las redes departamentales de bibliotecas que existían en el país desde principios de la década de los años setenta del siglo XX, creadas a expensas de las iniciativas de modernización del Estado. Estas iniciativas se verían reflejadas en lo bibliotecario en acciones como las siguientes:

  • Creación de la División de Bibliotecas y Centros Culturales de COLCULTURA (creado en 1968).
  • El surgimiento de redes departamentales de bibliotecas públicas y su articulación con casas de cultura y centros culturales integrados (primer lustro de la década de los años 70).
  • Creación de la Red Colombiana de Bibliotecas Públicas (1978) Las acciones estatales se verían dialogadas por movilizaciones sociales y culturales por la biblioteca como dispositivo de acción social y política. De la mano de movimientos sindicales y organizaciones sociales, principalmente urbanos, que propendían por la ampliación de los derechos a la cultura y la educación, surgen bibliotecas comunitarias y populares vinculadas al derecho a la educación, la cultura y la ciudad (años 70 y 80, principalmente).

No puede olvidarse que la presencia del proyecto UNESCO Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina- BPP (1952), y sobre todo el advenimiento de iniciativas bibliotecarias comunitarias y populares en Colombia (décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX y principalmente en Medellín) ya habían conmovido profundamente la conciencia sobre el valor de la Biblioteca en los propósitos estatales de “superación del subdesarrollo”. Estas iniciativas por la Biblioteca fueron principalmente impulsadas por movilizaciones sociales y culturales que estuvieron de la mano de movimientos sindicales, organizaciones sociales y la iglesia católica, que propendían por la ampliación de los derechos a la cultura y la educación y, particularmente, por el derecho a la ciudad (reivindicación que fue muy vibrante en las décadas posteriores: 80s y 90s en Colombia y, por qué no, también en América Latina).

En el marco de estas consideraciones, es posible asumir que la biblioteca pública de la segunda mitad del siglo XX en Colombia es más un resultado de la iniciativa social (pero no únicamente, claro), que de la acción del Estado. Durante ese periodo el Estado colombiano estuvo enfrentado a la violencia política y a un régimen partidista que casi disuelve su relación con la nación, y por ello fue especialmente reactivo a las iniciativas y demandas sociales. No obstante, deben resaltarse las propuestas de desarrollo de bibliotecas y casas de la cultura y el impulso (francamente desigual en las diferentes regiones del país) de las ya mencionadas redes departamentales de bibliotecas. Se destaca, pues, el impulso de la sociedad civil, de la mano de comunidades populares (de las cuales emerge el ya mencionado modelo de bibliotecas comunitarias y populares, vigorosamente extendido por líderes comunitarios y culturales en la década de los 80 y 90, principalmente en Medellín y Antioquia) y las bibliotecas de cajas de compensación familiar, producto del esfuerzo privado que administran recursos parafiscales.

De hecho, puede considerarse como hipótesis plausible, que la mayor resonancia del Manifiesto UNESCO (segunda versión de 1972) y la Declaración de Caracas (1982) se dio en algunos de los sistemas bibliotecarios de las cajas de compensación, principalmente en los asentados en Medellín. Las bibliotecas de Comfama y de Comfenalco (y con ventaja, la segunda), por ejemplo, asumieron un modelo de biblioteca moderna (colecciones abiertas, atención dinámica e innovadora a los usuarios, formación de lectores, desarrollo de colecciones con calidad y amplitud, servicios de información local (ya iniciada la década los años 90). Esto las hizo modelos para el desarrollo bibliotecario del país y, evidentemente, un referente internacional.

Igualmente, en la creación de organizaciones privadas y ONG dedicadas al fomento lector, algunas de ellas con proyectos bibliotecarios novedosos como, por ejemplo, la Fundación Ratón de Biblioteca (Medellín, 1981) y la Fundación Rafael Pombo (Bogotá, 1985).

Por este camino, el país maduró y vivió, en la década de los años 90, la gestación de sistemas bibliotecarios modernos de la mano de la acción del Estado, entre los que se destacan: la Red de Bibliotecas Públicas de Cali; BibloRed (Red Distrital de Bibliotecas Públicas y Espacios Alternativos de Lectura de Bogotá, Colombia, 1998); y el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín (con sus Parque Bibliotecas) en Medellín; y la creación y fortalecimiento de bibliotecas unitarias en ciudades intermedias de Colombia.

La biblioteca empezó a ser considerada, pues, un dispositivo vinculado al ejercicio de derechos, aunque, evidentemente, relacionada más con prácticas educativas y culturales, y de organización política. Con todo, en sentido estricto, el proceso organizativo para la participación y la ciudadanía que se desarrolló alrededor de las bibliotecas populares y comunitarias no tuvo una relación directa con la Declaración. Sus lógicas y estrategias eran otras y, con frecuencia, desplegadas a contrapelo del Estado y sus iniciativas normalizadoras.

1.2.        En lo referente a lo educativo, puede decirse que la Declaración coincide con el surgimiento de procesos organizativos socio-críticos y de participación política de cierto sector del profesorado colombiano (principalmente, de la educación básica y primaria) con búsquedas desde pedagogías más sociales, qué vendría a ser reconocido como el Movimiento Pedagógico[3]. Este movimiento de maestros tuvo dentro de sus preocupaciones el problema del lenguaje, y en particular, la formación de lectores en la escuela y más allá de la escuela; desde estos intereses, va a terminar por establecer vínculos con bibliotecarios del país, principalmente en Medellín, Bogotá y Cali. Juntos van a desplegar las primeras prácticas sistemáticas y continuas de promoción de la lectura vinculando servicios bibliotecarios y espacios escolares. Es la época en que se afianzan los servicios y programas de animación lectora en las bibliotecas públicas de estas ciudades, así como el inicio temprano de eventos profesionales que integran la Biblioteca a discusiones sociales más amplias, particularmente a las educativas.

1.3.        En lo tocante a lo cultural, las bibliotecas van a encontrar espacios de acción social no restringidos al acompañamiento a la escuela, lo que va a instituir una tarea esencial de la biblioteca pública en Colombia, dada la ineficiente infraestructura de bibliotecas escolares. La acción cultural de la biblioteca pública, en la época en qué se promulga la Declaración de Caracas, va a estar más vinculada a iniciativas de difusión de las artes, principalmente escénicas y pictóricas, así como a la promoción de talleres de escritores y, posteriormente, de clubes de lectores.

Puede decirse que la Declaración vincula y anima la dimensión cultural de la biblioteca en la región, principalmente desde sus relaciones con las expresiones culturales de las comunidades. Algunas bibliotecas públicas del país (principalmente las departamentales y las del sistema de compensación familiar, así como algunas comunitarias) hallaron en esto sustento para hacerse fuertes centros de encuentro de artistas y difusores de la cultura: pintores, cuentistas y poetas, teatreros, por ejemplo. Es emblemático en ello, la labor que en esos tiempos desplegaban la Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina, la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, las bibliotecas de Comfenalco Antioquia, y algunas bibliotecas centrales de las redes departamentales de bibliotecas y casas de la cultura.

1.4.        Y respecto de lo económico, las relaciones de la biblioteca con los procesos de mantenimiento material y producción y distribución de riqueza económica, sigue siendo un tema marginal en los propósitos de la biblioteca pública, quedándose referido a prácticas que tradicionalmente despliega la biblioteca pública en el mundo como es el apoyo al empleo y a la integración de las personas a las nuevas comunidades que habitan, pero realmente no es una cuestión que la biblioteca pública haya encarado de manera frontal y clara en el contexto colombiano.

  1.           En relación con las transformaciones que la Declaración haya impulsado en lo bibliotecario:

La Declaración llamó la atención sobre (e impulsó, sin duda…) la necesidad de modernizar los servicios bibliotecarios y, sobre todo, normalizar su creación y existencia a la luz de los deberes del Estado. Esto repercutió en el diseño de las redes estatales y las del sector privado.

RJG: La Declaración de Caracas expresa su apoyo a los principios establecidos en el Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca Pública vigente (1972), y a partir de ellos construye las bases de la biblioteca pública latinoamericana; asumiendo desde su institucionalidad un compromiso con el desarrollo, la democracia y el cambio social en América Latina y el Caribe. ¿Fue la Declaración de Caracas el principal antecedente para la renovación del Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca Pública, realizada posteriormente en 1994?

DAZ: No lo creo. La biblioteca pública en el mundo ya estaba en bastante movimiento, merced a los profundos cambios culturales, tecnológicos (sobre todo en la comunicación y la información) y políticos que se cocinaban en los finales de los años 80 e inicios de los 90; por ejemplo,  la desaparición de la URSS que implicó la salida de la «arena política» de la «bibliotecología socialista»,  la que más demandaba (desde su muy estructurada visión de estado) la existencia de un nuevo orden mundial de la información. El Manifiesto IFLA/UNESCO de 1972 cayó para dar paso a la nueva dialéctica del consumo de información y consolidar la transición de la matriz «biblioteca-lector» (propia del Manifiesto UNESCO de la BP de 1949) a la de «usuario-centro de información».

RJG: En algún momento el sitio web de la Biblioteca Nacional de Colombia llegó a afirmar lo siguiente: “La Red Nacional de Bibliotecas Públicas se fundamenta en los principios establecidos por el Manifiesto de la UNESCO, las pautas de la IFLA y la Declaración de Caracas para la Biblioteca Pública como factor de cambio social en América Latina y el Caribe”. ¿Aún sigue siendo la Declaración de Caracas un documento guía para la conformación de los sistemas y redes de bibliotecas de la región?

DAZ: En lo substantivo sí sigue siendo, en el sentido de los altos ideales que pone a la biblioteca  respecto de sus relaciones con las personas y las comunidades; con el lenguaje, la información y el conocimiento.  Sin embargo, sus comprensiones implícitas sobre el desarrollo deben ser puestas en discusión, pues en estas prima una idea de cultura hegemónica y un ideal de biblioteca que se presenta como universalista (el modelo anglosajón, preferentemente)  que no dice de las propias y ricas búsquedas de una biblioteca con palpitar y voz iberoamericana.

Respecto de sus llamados a la institucionalización de la biblioteca pública (más de la mitad del texto), la Declaración tiene elementos vigentes, pero, de nuevo, habría que ponerla a tono con los vectores y exigencias de sentido (propios y legítimos de Iberoamérica) que le hacen las experiencias bibliotecarias comunitarias  y populares en Colombia. No pocas bibliotecas sospechan, por cierto, de  la institucionalización como único camino de «desarrollo», a pesar de que demandan y esperan apoyo del Estado, no para ser cooptadas, sino para conservar la riqueza de sus formas y prácticas. La matiz Estado Céntrica se agota, se queda corta frente al vigor social y político de estas experiencias bibliotecarias de servicio y acción política (desde grupos, comunidades y sector privado) en el país (y diría que en la región); ver, por ejemplo:  Biblioteca y Ruralidad ; Bibliotecas a la Calle ; Bibliotecas agroecológicas ; REBIPOA ; Fundación Ratón de Biblioteca – Antioquia ; Bibliotecas de la Fundación Carvajal, El Valle , entre muchas otras iniciativas que resignifican la biblioteca pública en su idea y su práctica, (incluso en su nombre), o, al menos, ponen su idea y práctica en tensión.

La formalización, institucionalización y normalización de estas «bibliotecas» (integración a redes bajo control estatal) es hoy una discusión viva en el país, y no exenta de muchas dudas

Imagen referencial (falla de origen) de nota de prensa del diario El Nacional (Venezuela), del 31 de octubre de 1982, con relación a la Declaración de Caracas. Fuente: Archivo personal.

  • Principios bibliotecarios y condiciones básicas de la Declaración de Caracas.

RJG: La Declaración de Caracas estableció 8 principios para el desarrollo de la función social de la biblioteca pública latinoamericana. A su juicio, ¿cuáles de estos principios bibliotecarios fueron o han sido los más relevantes en su país? (Elija tres opciones)

    1. Acceso a la información
    2. Participación social y democrática
    3. Identidad cultural
    4. Promoción de la lectura
    5. Apoyo a la educación
    6. Centro de información y comunicación comunitaria
    7. Servicios bibliotecarios nacionales
    8. Apoyo a la industria editorial

DAZ: La promoción de la lectura, la biblioteca pública como centro de información comunitaria y los servicios bibliotecarios nacionales han sido los principios de mayor relevancia en Colombia.

RJG: La Declaración de Caracas tiene una segunda parte, que se refiere a las «Condiciones básicas para el desarrollo de los servicios bibliotecarios públicos en América Latina y el Caribe». ¿Siguen siendo la necesidad de un marco legal y las fuentes de financiamiento de los servicios bibliotecarios, las condiciones elementales para el fortalecimiento de los sistemas y redes de bibliotecas de la región?

DAZ: Sin duda alguna. La biblioteca pública en Colombia surge principalmente como iniciativa social. El Estado siempre ha estado a la saga de estas iniciativas. Cualquier pretensión de acción estatal, pasa por la formalización del apoyo, desarrollo, financiación y revalorización de la biblioteca pública como servicio básico. Cualquier otra cosa es canto de sirenas

Imagen referencial (falla de origen) de nota de prensa del diario El Nacional (Venezuela), del 30 de octubre de 1982, con relación a la Declaración de Caracas. Fuente: Archivo personal.

  • Actualización de los principios de la Biblioteca Pública latinoamericana.

RJG: La Declaración de Caracas cierra con una serie de recomendaciones dirigidas a los Estados miembros de la UNESCO, instando a la colaboración y a la cooperación para el establecimiento de sistemas de bibliotecas públicas, apoyo a la promulgación de bases jurídicas, inclusión de los principios en los planes nacionales de desarrollo, entre otros. A partir de la publicación de esta declaración y otros manifiestos y directrices avalados por el consenso regional y global del sector bibliotecario; ¿han sido capaces nuestros países de generar políticas públicas que permitan cumplir con los principios de la Biblioteca Pública, siendo esta una institución fundamental para la democracia?

DAZ: Diría que de manera desigual, no articulada y sin marca de región. En general, podría decir que falta mucho por resolver en este plano.

RJG: El inicio del siglo XXI ha estado marcado por los constantes avances tecnológicos y el desarrollo de una era digital, que sostiene el concepto de la llamada Sociedad de la Información y del Conocimiento. En ese contexto, una nueva Declaración para la Biblioteca Pública como mediadora para el desarrollo sostenible y el crecimiento del tejido social en América Latina y el Caribe es necesaria. ¿Cuáles deben ser esos nuevos principios que fortalezcan a la Biblioteca Pública latinoamericana?

DAZ: Enuncio cinco, que tiene un carácter muy filosófico y político, y que he venido trabajando (siguen en desarrollo, por tanto):

  1. Biblioteca como apoyo a la vida personal significativa y a los proyectos comunitarios de vida buena. Plenamente ubicada en los tres planos de realización humana: lo íntimo, lo próximo, lo público. 

  2. La biblioteca como garante de derechos y agente para el desarrollo de capacidades humanas.

  3. La biblioteca como agente de promoción de conciencia ecológica y defensa de la tierra como habitáculo de una humanidad (persona-comunidad-sociedad) que tiene un destino común.

  4. Biblioteca como organismo informacional con foco en la promoción de saberes y conocimientos significativos (humanizadores), que alientan la memoria (recuperación de la propia voz e historia), y que vigoriza el lenguaje como condición de posibilidad para una vida auténtica.

  5. Biblioteca abierta en tres giros éticos y políticos: Significativa (no apenas recurso, sino mediación para la construcción  de caminos de  potenciación de la persona y la sociedad humana). Biblioteca trascendente (que deja huella y llama a la conciencia histórica y al derecho de futuro). Biblioteca ubicua (capaz de hacerse viva en todos los planos de existencia  humana: la cultura, la educación, la economía y la política). Igualmente, la que es en tanto va siendo, plena y en movimiento, en la novedad y en la exigencia de continuidad que trae la hibridación de lo presencial y lo virtual (Biblioteca intensamente mestiza).

Profesor Didier Álvarez Zapata. Escuela Interamericana de Bibliotecología – Universidad de Antioquia, Colombia. Fuente: Archivo personal del entrevistado.

  • Conclusiones.

Es importante decir que el profesor Didier Álvarez Zapata nos muestra la esencia de la Declaración de Caracas: más que un “documento técnico” nos lo presenta como un documento de orden filosófico e ideológico para la Biblioteca Pública latinoamericana. Su impacto trasciende sobre dos dimensiones: la de las transformaciones sociales y estatales (perspectivas política, educativa, cultural y económica) que generaron en la región; y la de las transformaciones en el plano bibliotecario. Con ejemplos de las buenas prácticas en Colombia nos refleja parte del impacto que ha tenido la Declaración en su país, y nos recuerda que es necesaria una marca regional (Iberoamericana) para impulsar a la biblioteca pública. Finalmente, sugiere nuevos principios para la biblioteca pública desde un orden filosófico y político, que va desde una Biblioteca como apoyo a las personas, como garante de derechos, como agente de una conciencia ecológica, como organismo informacional de saberes, conocimientos y memoria, y como Biblioteca significativa, trascendente y ubicua.

Indudablemente, y luego de 40 años la Declaración de Caracas continúa siendo un documento guía para la conformación de los sistemas y redes de bibliotecas de la región; sin embargo, el llamado es a crear un discurso con identidad iberoamericana que supere los modelos hegemónicos de la cultura.

Una nueva filosofía e ideología para la biblioteca pública debe surgir en los diversos espacios que se mueven en la región, un ejemplo de esto ha sido el ejercicio de construcción de la Nueva agenda bibliotecaria para Iberoamérica propuesta por el CERLALC-UNESCO (2022). Su presentación en el marco de las Jornadas Iberoamericanas por las Bibliotecas Escolares y Públicas (2021), y su etapa previa de consulta a bibliotecarios, especialistas y expertos de toda la región, simbolizan los primeros pasos para la formulación de una nueva línea de pensamiento para las bibliotecas en lenguaje iberoamericano.

 

NOTAS:

[1] “Así por un lado tenemos la biblioteca comprendida como una entidad concreta; es la biblioteca específica y particular que tiene funciones y servicios determinados que se ofrecen a la colectividad: es la biblioteca cotidiana de nuestros gozos e indagaciones de información y conocimiento. Por el otro lado incidimos en la Biblioteca que es una construcción abstracta, construida intelectivamente a partir de conceptos y arquitectura teórica; es la Biblioteca que es todas las bibliotecas y a la vez no es ninguna de ellas: es la Biblioteca que debería dar forma, sentido y funcionalidad a los distintos tipos de bibliotecas, pero que, sin embargo, ha sido soslayada por y del conocimiento bibliotecológico.”

ALFARO LÓPEZ, Héctor Guillermo. Estudios epistemológicos de bibliotecología. México : UNAM IIBI, 2010, p. 3-4

[2] “Con la creación del Instituto Colombiano de Cultura en 1968, mediante el Decreto 3154, se abre una nueva perspectiva de desarrollo de un Programa Nacional de Bibliotecas Públicas en el país. Entre las numerosas funciones que se le asignan al Instituto Colombiano de Cultura, está la de fomentar el desarrollo de las bibliotecas públicas y establecer políticas que permitan su mejoramiento cualitativo y cuantitativo. A partir de 1969 se realizan, desde la División de Bibliotecas y Centros Culturales de COLCULTURA, numerosas acciones encaminadas a conocer la situación de las bibliotecas públicas en el país y a definir estrategias encaminadas al establecimiento de políticas de desarrollo de las mismas en el territorio nacional.”

MARTÍNEZ DE JIMÉNEZ, LUCILA. Revista. Interamericana de Bibliotecología. Medellín. Vol. 4, no. 1-3 (Ene.- Dic. 1981); p. 31

[3]El llamado Movimiento Pedagógico en Colombia surgió en 1982 y se constituye en el acontecimiento más importante gestado por el magisterio a través de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE) […]  Según Marco Raúl Mejía el Movimiento Pedagógico surgió de la confluencia de cuatro procesos históricos, así: 1) La reforma curricular que se pretendía imponer por parte del Ministerio de Educación Nacional. 2) El auge de los Movimientos Sociales que intentaban construir Proyectos Alternativos. 3) La emergencia histórica de unos sujetos de pedagogía que pugnaban contra los modelos en boga y 4) Con la emergencia de un actor social colectivo que da sentido a ese quehacer«.

TAMAYO VALENCIA, Alfonso. El Movimiento Pedagógico en Colombia (Un encuentro de los maestros con la Pedagogía.). HISTEDBR [On-line], Campinas, Bra. No.24 (2006); p. 102

 

REFERENCIAS:

Álvarez Z., D. (2005). Ciudadanía y lectura: Retos y perspectivas para la biblioteca pública en América Latina. En: Biblioteca pública y Lectura pública. Medellín: Universidad de Antioquia, Escuela Interamericana de Bibliotecología, 163-182.

Álvarez Z., D. (2006). Perspectiva cultural, educativa y política de la biblioteca pública. Leitura: Teoria & Prática. Revista Semestral da Associação de Leitura do Brasil, 24(46), 11-23.

Álvarez Z., D. (2014). Una región de lectores que crece. Análisis comparado de planes nacionales de lectura en Iberoamérica 2013. Bogotá: CERLALC-UNESCO. https://cerlalc.org/wp-content/uploads/2016/09/PUBLICACIONES_OLB_Una_region_de_lectores_que_crece_2013.pdf 

Álvarez Z., D. y Gómez G., J.G. (2002). El discurso bibliotecario público sobre la lectura en América Latina (1950-2000): Una revisión preliminar con énfasis en Colombia. Revista Interamericana de Bibliotecología, 25(1), enero-junio, 11-36. https://revistas.udea.edu.co/index.php/RIB/article/view/7940/7442 

Betancourt V., V. (2020). El Sistema Nacional de Bibliotecas e Información de Venezuela (Sinasbi): 1974-1998. Una experiencia Latinoamericana exitosa en la formación de ciudadanía. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello.

CERLALC-UNESCO. (2022). Agenda de prioridades para el desarrollo de las bibliotecas y el fomento de la lectura, la escritura y la oralidad en Iberoamérica. Centro Regional para el Fomento del libro en América Latina y el Caribe –(Cerlalc). https://cerlalc.org/wp-content/uploads/2022/05/docLectura-vr7.pdf 

Granda, R. (2013, 26 de marzo). Declaración de Caracas, más de tres décadas de principios. Infotecarios. https://www.infotecarios.com/declaracion-de-caracas-mas-de-tres-decadas-de-principios/ 

Granda, R. y Machin-Mastromatteo, J. D. (2015). Regional consensus gave birth to the modern public library. Information Development, 31(3), 314-316. http://dx.doi.org/10.1177/0266666915577166

Granda, R. y Machin-Mastromatteo, J. D. (2016). From Caracas to Lyon: A road toward sustainable development? Information Development, 32(2), 216-218. http://dx.doi.org/10.1177/0266666915626830

Jaramillo, O., Álvarez Z., D, y Moncada P., D. (2005). Políticas públicas para bibliotecas públicas: una propuesta de soluciones locales a problemas globales. Investigación Bibliotecológica, 19(39), julio-diciembre, 13-27. http://www.ejournal.unam.mx/ibi/vol19-39/IBIO3902.pdf 

UNESCO; CERLALC; IFLA y IABN (1982): Reunión Regional sobre el Estado Actual y las Estrategias para el Desarrollo de los Servicios de Bibliotecas Públicas en América Latina y el Caribe, Informe Final. Caracas, 25-29 de octubre de 1982. http://unesdoc.unesco.org/images/0005/000525/052531sb.pdf


Por: Renny José Granda

Licenciado en Bibliotecología por la Universidad Central de Venezuela – UCV (2007), Profesor invitado por la Escuela de Bibliotecología y Archivología, UCV (2015-2016), Especialista en Gerencia Pública por la Universidad Metropolitana de Venezuela (2017). Hizo parte del proyecto de transición institucional de la Biblioteca Nacional del Ecuador “Eugenio Espejo” (2017-2021), en el que se desempeñó como bibliotecario, coordinador de la Unidad Red Nacional de Bibliotecas y responsable del seguimiento técnico por el punto focal Ecuador ante el Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas – Iberbibliotecas. Es autor de varios artículos publicados en revistas científicas y publicaciones internacionales como Information Development de SAGE Journals y la Encyclopedia of Library and Information Sciences de Taylor & Francis, en las líneas de investigación en Biblioteca Pública y Bibliotecología comparada.

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