Enviado por RennyGranda el Mar, 26/03/2013 – 11:14.
A finales del mes de octubre pasado se cumplieron 30 (treinta) años del surgimiento del primer documento técnico-normativo que sobre bibliotecas públicas se ha hecho en la región, y el más importante que ha permitido el impulso del movimiento bibliotecario latinoamericano y caribeño. Estamos hablando de la «Declaración de Caracas para la Biblioteca Pública como factor de desarrollo e instrumento de cambio social en América Latina y el Caribe», acuerdo regional celebrado en la capital venezolana y auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA), y el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas de Venezuela (IABN).
La Declaración de Caracas, es un documento de trabajo producto del consenso entre expertos de 30 países, alcanzado durante la “Reunión Regional sobre el Estado Actual y las Estrategias para el Desarrollo de los Servicios de Bibliotecas Públicas en América Latina y el Caribe”, entre el 25 y el 29 de octubre de 1982.
En ese documento han quedado plasmadas las visiones compartidas de los profesionales y bibliotecarios de la región en un determinado momento histórico, ese que abrió las puertas a visiones mucho más amplias de la realidad social, la vida democrática y la integración regional. Por ello, uno de los primeros aspectos que menciona el documento es su completo apoyo a los principios establecidos en el Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca Pública (1972)[1]. Y a partir de estos fundamentos precisaron el papel de la biblioteca pública latinoamericana.
¿Y cómo lo hicieron? Pues, precisamente a partir de los principios bibliotecarios del Manifiesto UNESCO y comparando las necesidades de la región se adoptaron estos preceptos, y además, se adaptaron a la realidad latinoamericana. Por lo que la respuesta de integración fue la de llamar a nuevos principios que la Biblioteca Pública de la región encarnaría para asumir el compromiso con el desarrollo, la democracia y el cambio social en América Latina y el Caribe.
Se constituyeron así un total de ocho (8) principios, vale decir, un conjunto de objetivos que definen la función social de la Biblioteca Pública en la región:
1. Asegurar a toda la población el libre acceso a la información en sus diferentes formas de presentación. Esta información debe ser amplia, actualizada y representativa de la suma de pensamientos e ideas del hombre y la expresión de su imaginación creativa, de tal manera que tanto el individuo como la comunidad, puedan situarse en su entorno histórico, socio-económico, político y cultural.
2. Estimular la participación activa y efectiva de la población en la vida nacional, incrementando así el papel de la Biblioteca como instrumento facilitador de cambio social y de participación en la vida democrática.
3. Promover el rescate, comprensión, difusión y defensa de la cultura nacional autóctona y minoritaria para la afirmación de la identidad cultural y el conocimiento y respeto de otras culturas.
4. Promover la formación de un lector crítico, selectivo y creativo desarrollando simultáneamente su motivación por la lectura y su habilidad de obtener experiencias gratificantes de tal actividad, capacitando así a cada individuo para jugar un papel activo en la sociedad.
5. Apoyar la educación permanente en todos los niveles -formal y no formal- haciendo énfasis en la erradicación del analfabetismo y en los servicios para niños, jóvenes, neolectores y lectores impedidos social y físicamente.
6. Servir como centro de información y comunicación para la comunidad.
7. Indicar y desarrollar, cuando sea necesario, servicios bibliotecarios nacionales, especialmente en los países pequeños.
8. Apoyar el desarrollo de una industria editorial nacional y regional económicamente fuerte y culturalmente independiente.
Son las ocho (8) funciones o premisas esenciales que el discurso bibliotecario latinoamericano de la segunda mitad del siglo XX, decidió abordar y asumir: el acceso a la información, la participación social y democrática, la identidad [diversidad] cultural, la promoción de la lectura, el apoyo a la educación, la biblioteca como centro de información y comunicación comunitaria, los servicios bibliotecarios nacionales y la industria editorial. Componentes de una función social aún en construcción. Es esa la primera parte del documento histórico.
La Declaración de Caracas tiene una segunda parte, y es la que se refiere a las Condiciones básicas para el desarrollo de los servicios bibliotecarios públicos en América Latina y el Caribe. Una visión mucho más cercana y real a la biblioteca latinoamericana, y esto es porque –en su momento- planteaba las verdaderas necesidades o carencias, principalmente institucionales, que impedían (y en muchos casos, aún impiden) el mejoramiento de los servicios de bibliotecas en la región.
Por una parte, la necesidad de un marco legal a través de una compilación y análisis exhaustivo de la legislación nacional, estatal y local que de una u otra manera tengan relación con las funciones de la biblioteca pública. Ese marco legal debe contemplar la obligatoriedad del Estado de ofrecer los servicios bibliotecarios, una coordinación nacional y un sistema de los servicios, la normalización de los procesos técnicos, estrategia para la formación de los recursos humanos y la dotación sostenible de los servicios.
Por otra parte, la sustentabilidad financiera, es decir, identificar los mecanismos y las diferentes fuentes de asistencia y cooperación técnica y económica que podría coadyuvar al financiamiento total de los servicios bibliotecarios. Estas primeras condiciones se ven complementadas con las formas de integración de las unidades del sistema, con el desarrollo de servicios con áreas diferenciadas para niños, jóvenes, adultos y con facilidades para los impedidos, y por último, con la importancia de tener un personal calificado.
Finalmente, la Declaración de Caracas cierra con una serie de recomendaciones dirigidas a los Estados miembros de la UNESCO instando a la colaboración y a la cooperación hacia el establecimiento de sistemas de bibliotecas públicas, apoyo a la promulgación de bases jurídicas, inclusión de estos principios a los Planes Nacionales de Desarrollo, organización y responsabilidad de entes gubernamentales especializados en servicios de bibliotecas, estímulo a la producción editorial, la promoción de la lectura y la planificación bibliotecaria, apoyo a la formación de recursos humanos y aumento de incentivos, entre otros asuntos vitales.
Invocar a la Declaración de Caracas –“letra muerta” para muchos, pero espíritu vigente para muchos otros- treinta años después de su nacimiento, es un ejercicio interesante. Ver cada uno de los objetivos allí plasmados y compararlos con el inicio de esta segunda década del siglo XXI, nos puede dar algunas claras y otras tantas oscuras respuestas acerca de lo que hemos estado haciendo los bibliotecarios latinoamericanos con nuestros principios en cada uno de nuestros países. Cómo hemos materializado –o no- las condiciones básicas para que nuestros servicios bibliotecarios públicos funcionen y se desarrollen cabalmente. Saber si hemos sido capaces en los últimos treinta años de garantizar un marco legal, con fuentes de financiamiento, integración sistémica, diversidad de servicios y personal calificado para nuestras bibliotecas, por decir lo menos.
No se trata de “enaltecer” la importancia histórica de un documento por mi gentilicio venezolano y natal caraqueño (eso es un “orgullo” que se desvanece rápidamente con la “gestión bibliotecaria” de mis antepasados recientes), se trata de comprender, estudiar, observar el origen de nuestros principios bibliotecarios, sobre todo si de la biblioteca pública se trata. Una biblioteca pública latinoamericana que le ha costado ser comprendida, estudiada, observada, e incluso, ser interpretada y reconocida. Una biblioteca pública que merece ser re-definida, actualizada, modernizada, re-adaptada e impulsada hacia los nuevos cambios que nos imponen los nuevos retos de la Sociedad de la Información, las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y la Gestión del Conocimiento.
De momento, les dejo algunas de las apreciaciones más representativas que sobre la Declaración de Caracas se pueden encontrar en nuestra América Latina:
“Estos grandes objetivos [de la Declaración de Caracas] expresan la voluntad de una mayoría bibliotecaria acerca de lo que debe ser la biblioteca pública en nuestros países. Asimismo, definen con la amplitud necesaria, el concepto de biblioteca pública que la práctica ha demostrado que es viable. Se entiende así que la biblioteca pública es la que atiende a las personas de una comunidad, jugando un papel en la educación no formal, de promoción de la lectura, de rescate cultural y otras que demanden las comunidades.”
Saray Córdoba González (1994), Costa Rica
“Reitera la vigencia de los postulados que sobre las bibliotecas públicas se exponen en la Declaración de Caracas de 1982 y en la Carta de Caracas de 1998, así como la definición que de ellas hace la UNESCO en el Manifiesto de 1994 ‘como centro local de información que facilita a sus usuarios toda clase de conocimiento e información’.”
Encuentro Iberoamericano de Responsables Nacionales de Bibliotecas Públicas, Cartagena de Indias (1998)
«Las tres primeras conclusiones del Encuentro recogen una declaración sobre la importancia social y cultural de la biblioteca pública en la Comunidad Iberoamericana y su «papel activo en la consolidación de los principios democráticos y de integración social», el apoyo expreso a los postulados que sobre las bibliotecas públicas exponen la Declaración de Caracas de 1982, la Carta de Caracas de 1998 y el Manifiesto de la UNESCO de 1994, y, por último, una serie de recomendaciones a los organismos responsables de las políticas culturales y bibliotecarias de los países iberoamericanos para el desarrollo de las bibliotecas públicas.»
Conferencia Iberoamericana de Ministros de Cultura – Ciudad de Panamá, Panamá, 5 y 6 de septiembre de 2000
«A partir de la promulgación de la Declaración [de Caracas], propuestas como los servicios de información a la comunidad, la promoción y animación a la lectura, los servicios para grupos especiales, la creación de un organismo de coordinación de bibliotecas públicas como ABIPALC (Asociación de Bibliotecas Públicas de América Latina y El Caribe) y la conciencia del papel de la biblioteca como propulsora de la participación de los ciudadanos en la vida democrática, empezaron a ser tenidos en cuenta.»
Pedro Sanz Domingo (2002), Absysnet.net
«…los Manifiestos UNESCO para la Biblioteca Pública (en sus tres versiones correspondientes a los años 1949, 1972 y 1994) y las Directrices y Pautas IFLA (de los años 1972, 1985 y 2001) (…) tienen su correlato, en lo que respecta a América Latina, en la ya lejana Declaración de Caracas sobre la Biblioteca Pública como Factor de Desarrollo e Instrumento de Cambio en América Latina y El Caribe, que plantea el marco conceptual y el devenir de la biblioteca pública para la región, reafirmando el papel del Estado en cuanto a su funcionamiento y desarrollo, y enfatizando la necesidad de que las bibliotecas sean incluidas en los planes de desarrollo de cada país, al señalar la ‘obligatoriedad del Estado para ofrecer los servicios bibliotecarios públicos y asignarle a su desarrollo, anualmente, partidas presupuestales suficientes’.»
Orlanda Jaramillo, Didier Álvarez Zapata, Daniel Moncada P. (2005)
“La Red Nacional de Bibliotecas Públicas se fundamenta en los principios establecidos por el Manifiesto de la UNESCO, las pautas de la IFLA y la Declaración de Caracas para la Biblioteca Pública como factor de cambio social en América Latina y el Caribe.”
Red Nacional de Bibliotecas Públicas de Colombia
«En la Declaración de Caracas se enfatizó en la responsabilidad que tiene la biblioteca pública de estimular la participación activa de la población, y en su papel como instrumento facilitador de cambio social y de participación en la vida democrática. En este sentido, la formación de lectores críticos, selectivos y creativos debe continuar siendo uno de los principales ejes del accionar de la biblioteca pública.»
Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina (2007), Plan Estratégico 2008-2018
“… Allí nació la Declaración de Caracas, el más importante documento de trabajo para las bibliotecas de la Región, ya que establece un sentido general de dirección y orientación para ellas. A partir de la promulgación de la Declaración, propuestas como los servicios de información a la comunidad, la promoción y animación a la lectura, servicios para grupos especiales, así como la conciencia del papel de la biblioteca en el estímulo a la participación de los ciudadanos en la vida democrática, empezaron a ser tenidos en cuenta. Los puntos de la Declaración se han invocado e insertado en algunos de los estatutos y reglamentaciones de las bibliotecas y de los sistemas bibliotecarios de la Región.”
Gloria María Rodríguez Santa María (2007), Colombia
“Si para todo el planeta se tiene como referencia el Manifiesto de la UNESCO, para países en vía de desarrollo, con el propósito de particularizar, se tiene la Declaración de Caracas, un documento emitido en la Reunión Regional de 1982, con el cual se busca la construcción de una biblioteca pública más real para los latinoamericanos, que sea factor de desarrollo e instrumento de cambio social.”
Luis Bernardo Yepes Osorio (2007), Colombia
Por último, solo me resta invitarlos a que hagan el ejercicio…por demás, interesante.
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
ÁLVAREZ Z., D. (2006): Perspectiva cultural, educativa y política de la biblioteca pública. En: Leitura: Teoria & Prática. Revista semestral da Associaçao de Leitura do Brasil. Año 24, marzo 2006, Nº 46.
ÁLVAREZ Z., D. y Gómez, J. (2002): El discurso bibliotecario público sobre la lectura en América Latina (1950-2000): una revisión preliminar con énfasis en Colombia. Revista Interamericana de Bibliotecología, Vol. 25, N° 1, enero-junio de 2002. Disponible en: http://aprendeenlinea.udea.edu.co/revistas/index.php/RIB/article/viewFile/7940/7442
BPP. (2007): Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina, Plan Estratégico 2008-2018. Medellín, Colombia. Disponible en: http://www.bibliotecapiloto.gov.co/documentos/acerca-de-la-bpp/plan-estrategico-bpp/ADGEN_A11_P001_C02_TDES.pdf
CÓRDOBA G., S. (1994): La cooperación regional para el desarrollo social, cultural y bibliotecario. 60th IFLA General Conference – Conference Proceedings. Agosto 21-27, 1994. Disponible en: http://www.ifla.org/IV/ifla60/60-cors.htm
JARAMILLO, O.; Álvarez, D. y Moncada, D. (2005): Políticas públicas para bibliotecas públicas: una propuesta de soluciones locales a problemas globales. Investigación Bibliotecológica, Vol. 19, Núm. 39, Julio/Diciembre, 2005. Disponible en: http://www.ejournal.unam.mx/ibi/vol19-39/IBIO3902.pdf
JARAMILLO, O. y Montoya, M. (2005): Revisión del concepto de Biblioteca Pública. En: Biblioteca Pública y Lectura Pública. Universidad de Antioquia, Escuela Interamericana de Bibliotecología. Medellín, Colombia.
RODRÍGUEZ S., G. (2007): La biblioteca pública: análisis a manifiestos y directrices. Fondo Editorial COMFENALCO Antioquia. Biblioteca pública vital. Medellín, Colombia.
UNESCO; CERLALC; IFLA y IABN (1982): Reunión Regional sobre el Estado Actual y las Estrategias para el Desarrollo de los Servicios de Bibliotecas Públicas en América Latina y el Caribe, Informe Final. Caracas, 25-29 de octubre de 1982. Disponible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0005/000525/052531sb.pdf
YEPES O., L. (2007): Consideraciones políticas en torno a la biblioteca pública y la lectura. Fondo Editorial COMFENALCO Antioquia. Biblioteca pública vital. Medellín, Colombia.
ZAPATA, M. (1992): Las bibliotecas públicas en el contexto de la Asociación de Bibliotecas Públicas de América Latina y el Caribe. Investigación Bibliotecológica, N° 013, julio 1992. Disponible en: http://www.ejournal.unam.mx/ibi/vol06-13/IBI000601302.pdf
NOTA:
[1] No debemos olvidar que el Manifiesto UNESCO para Bibliotecas Públicas, ha tenido en la historia tres versiones. La primera, en 1949 cuando en el período de posguerra surge como respuesta al espíritu de “esperanza” de la época. Declara una abierta “confianza” en la biblioteca pública como fuerza que debe estar al servicio de la “comprensión internacional y, en consecuencia, de la paz”. Desde una perspectiva política clara: no sólo hace ver a la Biblioteca Pública como “nacida de la democracia moderna” y como institución “administrada por el pueblo y para el pueblo”, “fuerza viva al servicio de la educación popular”, que debe dar a los individuos la “posibilidad y el deseo” de “mantener un espíritu crítico y constructivo en cuanto a los asuntos públicos”. La biblioteca ha de convertirse en lo que debería ser: Una universidad popular (Álvarez, 2006, p. 16). Luego, la segunda versión en 1979 –a la que se refiere el espíritu de la Declaración de Caracas– como una contribución al Año Internacional del Libro, conserva la esencia de la misión de la biblioteca pública, amplía el ámbito de su rol con respecto a la información y a la cultura, e incluye temas como los nuevos soportes de información y la atención a otros grupos de usuarios: personas discapacitadas y niños. Estuvo dirigido a la comunidad profesional (Rodríguez, 2007, p. 53). Y finalmente, en 1994 –la última versión que conocemos- que buscó influir en todos aquellos responsables de la toma de decisiones y a las autoridades políticas locales y nacionales. Se incorporan temas cruciales, sobre todo relacionados con la inclusión social y la disminución de la brecha (que hasta ese momento solo era social, luego tomó cuerpo digital). Se enfatiza en la importancia del acceso libre e ilimitado al conocimiento, la gratuidad de los servicios y la necesidad de una legislación que respalde la biblioteca. Se dice de este último, que su contenido representa parte de la evolución discursiva bibliotecaria de América Latina y que tuvo su origen precisamente en la Declaración de Caracas.