El catálogo de la biblioteca : ¿esencia u obsolescencia?

El catálogo de la biblioteca : ¿esencia u obsolescencia?

Para mi querido y admirado Daniel de Lira

Nuestras bibliotecas modernas han conservado varios elementos a los que podríamos dedicarles una biografía extensa de su devenir en el tiempo, existen en ella varios testigos que al pasar sus épocas de utilidad se han perdido, es así que hoy día muchos de nosotros no entendemos el uso del esténcil para la elaboración de los juegos de tarjetas, incluso viene a mi memoria el relato que escuche sobre una máquina llamada “Elefante” existente en algún momento en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, aquí tal y como me lo ha vuelto a contar Daniel de Lira, en su momento Jefe de Catalogación de dicha biblioteca: “Me enteré de ese catálogo en tarjetas que había en la BMLT por una charla con la maestra Gloria Escamilla quien si lo llegó a conocer y a ver la curiosidad mecánica de que se trataba… ella decía que era como una especie de rueda de la fortuna que en alguna parte oprimías la letra del registro que buscabas y el mecanismo giraba y te presentaba al frente la charola del catálogo con las tarjetas correspondientes a la letra que se solicitaba… más no te sé decir…”, como nunca pude ver este artefacto siempre me ha resultado algo enigmático y un poco incompresible, pero fácilmente creo que cada biblioteca antigua tendrá algún relato parecido.

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Es poco probable que el catálogo se pierda en la memoria de las bibliotecas, pero es indudable que es uno de los elementos que ha sufrido varios cambios no sólo de forma, sino también en las tareas que persigue, y como es cierto que la historia es también el ahora, muchos hemos escuchado esas voces clamando la obsolecencia del catálogo o su ineficacia frente a los multibuscadores, que con un solo combo pueden darle miles de resultados al usuario, frente a las complicadas estructuras existentes dentro del OPAC:

“Los buscadores de catálogos de bibliotecas no están diseñados en función de esas necesidades [del usuario] sino que dependen de los metadatos previamente introducidos en el proceso de catalogación por los bibliotecarios y de extravagantes ecuaciones de búsqueda realizadas también por los bibliotecarios ¿Alguien es capaz de reconocer la presencia del usuario en esos dos procesos -metadatos y ecuación de búsqueda- a cuya pretendida eficacia los bibliotecarios nos aferramos como naúfragos desesperados? ¿Podremos al fin reconocer que los sistemas bibliotecarios y la formación que ofrecemos para utilizarlos no están diseñados para ayudar a los usuarios sino para intentar convertirlos en ‘mini-bibliotecarios’, colaboradores involuntarios pero necesarios en la perpetuación del conjunto de ritos y hechizos que nos permitirán seguir siendo ‘especialistas en la búsqueda de información’?» (Sin libros y sin catálogos ¿qué será de las bibliotecas?”)

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Aunque mucho de cierto tiene, es verdad que algo dentro de mí como catalogadora se retuerce cuando escucha esto, cuando pienso en que todo lo que el usuario requiere son tres datos; después de reponerme del enojo, debo reconocer que tampoco sé con certeza qué tanto de toda la información que consigno en el registro le es útil o pertinente, qué tan eficiente le resulta, y todo esto no se resuelve con un informe de búsquedas fallidas obtenido de nuestro OPAC, debemos tratar de acercarnos a conocer el porqué falla.  Por eso en estos tiempos de cambio es pertinente el replantearnos la utilidad de nuestros catálogos y si realmente cumplen con sus propósitos.  Para todo esto lo primero es conocer en qué medida se están cumpliendo las funciones del catálogo que a su vez permitirán cumplir las tareas del usuario planteadas por FRBR, si pueden satisfacerlas o si ya lo hacen en alguna medida, dichas funciones son las siguientes:

1. Encontrar recursos bibliográficos en una colección a través de una búsqueda en la que se utilizan sus atributos o sus relaciones.
a. Localizar un recurso individual
b. Localizar conjuntos de recurso que representen:
i. Todos los recursos que pertenecen a la misma obra
ii. … a la misma expresión
iii. … a la misma manifestación
iv. Todas las obras y expresiones de una persona, familia o entidad corporativa
v. Todos los recursos sobre determinado tema
vi. … definidos por otros criterios (lengua, país de publicación, fecha, formato, etc.)
2. Identificar un recurso (confirmar que esa entidad descrita corresponde a la que se busca, o distinguir entre dos o más con características similares)
3. Seleccionar un recurso que se ajuste a las necesidades del usuario (el que satisfaga o descartarlo)
4. Obtener acceso al ítem descrito (dar la información que permita adquirir un ítem por compra, préstamo, o electrónicamente)

Finalmente en tiempos más recientes Svenonius plantea una quinta función, pues considera las tareas que plantea FRBR como necesarias, pero no suficientes
5. Navegabilidad: el usuario debe poder moverse dentro del catálogo, a través de las relaciones que conectan las entidades “obras relacionadas con una obra dada por generalización, asociación y agregación, encontrar atributos relacionados por equivalencia, asociación y jerarquía” (citado por Spedalieri. pp. 64)

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Si analizamos las primeras tres tareas que FRBR propone al usuario son compatibles con los objetivos que Charles Cutter propuso desde fines del siglo XIX:
• Localización: de un autor o título conocido, o un tema; FRBR es más preciso al proponer: encontrar, distinguir y acceder
• Reunión: sobre determinado autor, tema o tipo de literatura; FRBR le otorga mayor precisión (sin limitación) pues a los autores y materias, le suma la obra y las entidades FRBR de “manifestación” y “expresión”
• Selección: por su edición (bibliográfico) o por su carácter (literario o temático), compatibles.

 

La cuarta función “Acceso” es nueva, a pesar de ser una tarea fundamental del catálogo y finalmente la quinta propuesta (Navegación) es ambiciosa y la mayoría de nuestros catálogos no cumple o sólo lo hace de forma limitada, pues este necesita mayor desarrollo no sólo de las relaciones en los registros (visión de RDA), sino de estándares de visualización que haga más visibles dichas conexiones.

La agencia OCLC realizó un estudio titulado “Catálogos en línea: lo que quieren los usuarios y los bibliotecarios“, en 2009 sobre la efectividad de los OPAC y las conductas de búsqueda de información, donde mostró que la facilidad de uso, la comodidad y la disponibilidad son tan importantes como la calidad y la autenticidad de los datos.  El OPAC debe satisfacer las expectativas de usuarios familiarizados con motores de búsqueda, y cuya experiencia influye mucho en el que vuelvan a usarlo o no; los usuarios esperan un flujo integral desde la identificación hasta la entrega, saber de inmediato si está disponible y cómo obtenerlo, además de valorar grandemente elementos de información relacionados con la identificación  (como resúmenes o índices).  Otro elemento valorado por el usuario es la relevancia de los resultados, el catálogo debe buscar la manera de mostrarle por qué obtiene esos resultados, entre otros hallazgos y de los cuales pretendo hablar en un siguiente post.

“Si realmente los bibliotecarios queremos ser relevantes en el mundo que viene debemos dejar de vernos a nosotros mismos como los únicos expertos en búsqueda de información y empezar a asumir que nuestro sitio está junto al usuario, no por encima del usuario.”

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Conclusiones:
Después de curar el ego, debemos reconocer que las normas y los estándares que hemos utilizado en la organización de la información hasta el día de hoy no han tomado muy en cuenta a nuestro principal consumidor, al final si el usuario no encuentra entendible nuestro registro bibliográfico poco podemos esperar que lo valore en su justa dimensión, ya no digamos que lo exploté en todo su potencial. Comencé con la anécdota sobre el elefante blanco perdido en la historia de la biblioteca, porque si no seguimos los cambios al ritmo que se nos marcan, perderemos valor en nuestra comunidad, ya que el OPAC sólo seguirá teniendo importancia en nuestra biblioteca siempre que reconozca el cambio en el universo bibliográfico, en las necesidades del usuario actual y en las posibilidades que ofrece la tecnología, seguirá siendo relevante siempre que tome en cuenta las críticas y ponga manos a la obra para realizar los cambios necesarios y en el momento adecuado.

 

Obras consultadas:

  • Catálogos en línea: lo que quieren los usuarios y los bibliotecarios. OCLC, 2009
  • «Sin libros y sin catálogos ¿qué será de las bibliotecas?” consultado el 31 agosto 2012
  • Spedalieri, Graciela. Los objetivos del catálogo. INFORMACIÓN, CULTURA Y SOCIEDAD. No. 14 (2006) p. 51-69
    Otras lecturas:
  • Mi, Ji and Cathy Weng. Revitalizing the Library OPAC: Interface, Searching, and Display Challenges. INFORMATIONTECHNOLOGY AND LIBRARIES, v. 1 (March, 2008)

Mi agradecimiento para Ariel Brito y el grupo «Prácticas de catalogación» de Facebook de donde tomé la mayoría de las imágenes que aparecen en este post.

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