Antes de compartir con Uds. mi post de estreno en Infotecarios, quiero expresarles la emoción y buenas expectativas que siento al formar parte de este espacio colaborativo. ¡Qué la fuerza nos acompañe Infotecarios, el mundo escuchará nuestras voces!
- ¿Biblio… qué?
- ¡Bibliotecólog@!
Nuestra sociedad está llena de clichés, lo que es a veces bueno y a veces no, por un lado nos permite tener paradigmas y reconocernos rápidamente en un código o lenguaje común y por otro puede ser un obstáculo para lo diferente o acostumbrarnos a ver la realidad plana, sin nada sobresaliente. En un país como el Perú, el bibliotecólogo se desplaza en ese limbo extraño. Es un administrador de la información que diversas organizaciones utilizan y necesitan. Sin embargo, su presencia y su definición per sé no es materia de muchas conversaciones de café que digamos, seamos honestos. Pero hoy, con el desarrollo de casi toda nuestra vida personal y profesional trasladado a las redes de Internet y al uso de la tecnología 2.0, el salto que poco a poco viene dando esta profesión, responde a la pregunta clásica y popularizada por una película cómica: Y ¿dónde está el piloto? El piloto está aquí, tiene nombre extraño, y necesita darse a conocer: Es el bibliotecólogo y desde hace un tiempo vino para quedarse.
Un poco de historia
Desde las pinturas rupestres en las cavernas, hasta los tiempos de la escritura y el Internet, todas las culturas de la humanidad han necesitado de personas especializadas en la recolección, almacenamiento, organización y difusión de la información, en un círculo virtuoso que ha sido testigo de la evolución y a la vez, la base para la continuidad de la especie. Como nosotros mismos, ha tenido que adaptarse a diferentes plataformas y realidades que cada época ha ido marcando.
Bibliotecología, etimológicamente proviene de las palabras griegas biblios = libros y logia = ciencia; traducida en forma literal como ciencia de los libros. Desde tiempos remotos existieron las bibliotecas, siendo una de las más famosas la Biblioteca de Alejandría (año 300 a. C.), sin embargo es recién a finales del siglo XIX cuando se establece la educación formal en esta área con la primera Escuela de Biblioteconomía (Universidad de Columbia, 1877). En el Perú, en 1944 se creó la Escuela Nacional de Bibliotecarios y su enseñanza a nivel universitario se imparte desde 1980 en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos – UNMSM y desde 1986 en la Pontificia Universidad Católica del Perú – PUCP.
A lo largo de los años, con la explosión de la información y el auge de las nuevas tecnologías, su campo de estudio se ha ampliado, a la vez, no se ha llegado a un nombre estándar de la profesión. En el Reino Unido se le conoce como Librarianship, en EE.UU como Library Science (Library and Information Science); en Latinoamérica se le denomina Bibliotecología, mientras que en países como España y Brasil se le llama Biblioteconomía. Además han surgido términos como Documentación y el englobador Ciencias de la Información.
El objeto de estudio es la información, independientemente del soporte que la contenga; nuestra disciplina se encarga de los procesos para poner esta información al servicio de los usuarios. El mercado laboral, no sólo se restringe a bibliotecas (universitaria, escolar, especializada, virtual etc.), sino a centros de documentación e información, archivos, bases de datos… y sigue extendiéndose a campos no tradicionales.
Por otro lado, existe el debate en si debería ser o no considerada una ciencia; considero que el hecho de que sea o no ciencia no impide que se haga investigación en nuestro campo, es más, ¡es imperativo que se haga!
Responsabilidad social
Hoy en día los profesionales de la información tenemos el reto de asumir un papel más dinámico, como nexo entre la información (agente para el cambio social, esencial para la toma de decisiones y el desarrollo del país) y el usuario. No ser sólo acopiadores de información sino comprometernos en la democratización del acceso a ésta, la inclusión social, la alfabetización (básica e informacional), la transmisión de la cultura y la identidad nacional, sin dejar de lado el manejo de las TIC.
El desafío para la institucionalización tanto cognitiva como social de nuestra profesión es grande y debemos asumirlo…