
Tomado del blog EscribEspejos
Todos en algún momento por curiosidad hemos buscado nuestro nombre en la red, cierto… y el resultado arroja cierta información sobre nosotros (ya sea que nosotros seamos quienes hayamos dejado esa información o una tercera persona haya hecho uso de alguna información respecto de nosotros, etc.); este rastro de información conforma la llamada Identidad Digital.
Vivimos en la red y queramos o no formamos parte de ella, generamos una identidad digital, es decir, mostramos quiénes somos y conscientes o no de esto dejamos ver parte (o mucha) de nuestra vida (dónde vivo, qué música escucho, quienes son mis amigos, a dónde fui de vacaciones, dónde estudie, en fin…). Esto sin duda, nace a partir de los fenómenos desarrollados en la sociedad de la información, por lo tanto, compete en cierta forma a la ALFIN ayudar a gestionar la identidad digital de los usuarios y de la sociedad en general. Puesto que navegamos en un entorno lleno de información nuestros datos personales circulan por la red y son vistos por infinidad de ojos, esta sobreexposición nos hace vulnerables, de ahí la importancia de desarrollar nuevas habilidades que nos permitan un mejor control acerca de nuestra identidad digital.
La actividad que desarrollamos en la red se configura de acuerdo al tipo de información que depositamos, de los servicios que utilizamos, de con quienes interactuamos, incluso de los dispositivos que utilizamos, por ello el concepto puede llegar a ser muy amplio, según el modelo de F. Georges:
“… la identidad digital está constituida por diferentes tipos de datos según el usuario tenga o no la intención de revelarlos, lo que da lugar a una identidad declarada, compuesta por aquella información que revela expresamente la persona, otra identidad actuante, según las acciones que está llevando a cabo y otra calculada o inferida, según el análisis de las acciones que realiza la persona. Toda esta información puede ser utilizada para configurar una idea de quién es…”
En otras palabras la identidad digital es lo que la red dice de nosotros a los demás y esta se va construyendo por el rastro de información que vamos dejando a través de nuestra participación (voluntaria o involuntaria) en los distintos sitios, comunidades, servicios, etc. de internet.
De acuerdo al tipo de datos que pueden llegar a definir nuestra identidad digital encontramos:
- Datos personales: nombre, correo, fecha de nacimiento, etc.
- Datos de comportamiento: en qué lugares navegamos frecuentemente, datos de localización, historiales de compra, de navegación, accesos, etc.
- Datos derivado o calculados: los que utilizan terceras personas para saber más de nosotros, son derivados de manera analítica para perfilarnos.
- Datos que generamos nosotros: por ejemplo, los “me gusta” que damos en redes sociales, las opiniones que vertimos sobre cierto producto, nuestras opiniones en foros o grupos, etc.
De dicho modelo, podemos derivar que un individuo puede tener incluso varias identidades, en cualquier caso el mecanismo básico para generar una identidad digital es el registro de información de ciertos rasgos o actividades que se suministran a un cierto proveedor. De manera gráfica podemos ver los sitios más comunes en donde se construye nuestra imagen digital (Figura1).

Tomada del blog Identidad digital y redes sociales con menores
La construcción o deconstrucción de la identidad digital puede abarcar diversos aspectos pero los más destacados son la Reputación y la Privacidad, los cuales si se gestionan de manera adecuada proporcionan cierta seguridad en nuestro mundo virtual, y es justo ahí donde la ALFIN juega un papel importante.
Uno de los retos que nos impone la identidad digital es la gestión de la misma, por lo que desarrollar habilidades y sobre todo conciencia del impacto que tiene la información que se queda en la red es vital. En primer lugar la labor de divulgación y asesoramiento en nuestras unidades de trabajo (llámese, bibliotecas, archivos, etc.) es el inicio para mostrar las implicaciones de la identidad digital y en cierto grado minimizar los riesgos.
Por otro lado, los controles de privacidad son imprescindibles, a veces pareciera inofensivo subir fotos o comentar algo, sin embargo eso revela aspectos de nuestra vida y pueden servir para generar situaciones dañinas, por ello algunas acciones que bien propone Giones-Valls (2010) para gestionar nuestra identidad a partir de un contexto en ALFIN son:
Recomendaciones clave para gestionar eficazmente la identidad digital:
- La gestión de la identidad digital es una habilidad que hay que trabajar a partir de un método y de una voluntad positiva de participar de la cultura digital. El método debe tener en cuenta una reflexión sobre las actividades a desarrollar y los objetivos a alcanzar en la actividad en el ciberespacio.
- Para ganar visibilidad y, sobre todo, reputación es fundamental especializarse y encontrar un tema, una forma de expresión o un canal concreto en el que las propias aportaciones sean valoradas. Querer estar en todas partes, utilizar todas las herramientas de la red y tratar gran variedad de temas no es garantía de una buena reputación electrónica.
- De forma general, es recomendable no aportar datos personales en la red y, en todo caso, brindarlos en los entornos más seguros posibles y directamente a personas conocidas.
Propuestas para desarrollar en las bibliotecas:
- Incentivar la formación entre los profesionales de las bibliotecas en tecnología y cultura digital, así como en el uso de software social.
- Incluir temas de identidad digital dentro de los talleres y cursos ya existentes de habilidades informacionales y TIC.
- Diseñar talleres de web social e identidad digital, adaptados a los niveles o segmentos de usuarios correspondientes.
- Elaborar materiales que adviertan sobre los problemas de la privacidad en la web.
- Promocionar a través de Internet el conocimiento y el uso de la web 2.0 para propósitos académicos y profesionales.
En el contexto de la ALFIN podemos mejorar habilidades que les permita a los ciudadanos desarrollar de manera más segura sus actividades en torno a la red, nos enfrentamos a generación que aún son renuentes a estar en redes sociales. Lo peligroso no es el medio. El peligro está en la utilización que de él se haga, y de ello somos todos responsables y tenemos el conocimiento de cómo y qué hacer con la información.
Todavía hay mucho trabajo que hacer. La creación de una identidad digital consciente e informada es un aspecto fundamental de los nuevos internautas y hacía allí tienen que dirigirse los esfuerzos de la ALFIN: formación y concienciación.
Como bien menciona José Alonso:“Dedicar esfuerzo a construir tu propia identidad digital ya no es opcional. Es un acto de pura responsabilidad”
Bibliografía consultada y/o recomendada
- La comunicación móvil: hacia un nuevo ecosistema digital. (2013). España: Gedisa,
- Construyendo la identidad digital: situación actual de la firma electrónica y de las entidades de certificación (2011). Santiago de Compostela: Colexio Profesional de Exseñaría en Informática de Galicia. Disponible en línea
- Cuadernos de comunicación evoca: identidad digital y reputación on line. (20??). Madrid: Evoca: comunicación e imagen, no.5. Disponible en línea
- Giones Valls, A.; Serrat i Brustenga, M. (2010). La gestión de la identidad digital: una nueva habilidad informacional y digital. BiD: textos universitaris de biblioteconomia i documentació, jun, núm. 24. Disponible en línea
- Identidad digital. (2012). Material autoformativo. Almería: Universidad de Almería, Biblioteca Nicolás Salmerón. Disponible en línea