La construcción del conocimiento histórico

Nuestra firma invitada del día de hoy  la  Lic. Paola Figueroa es Doctora en Historia. Se desempeña como profesora en la Universidad Nacional de Cuyo (Facultad de Filosofía y Letras), Colegio Universitario Central (CUC) dependiente de la misma universidad, y en los Institutos de Formación Docente y Trabajo (IFDyT)  9-001 y 9-030 de la provincia de Mendoza (Argentina).

La construcción del conocimiento científico, tal cual lo conocemos y concebimos actualmente, proviene en realidad de la Ilustración del siglo XVIII. Durante este siglo, los estudiosos se ocuparon de plantear el acceso racional al conocimiento de las cosas del mundo natural y los hombres, el mundo social. Ellos fueron los responsables de la creación de la Enciclopedia, que en su titánico esfuerzo pretendió condensar en sus voluminosos tomos el conocimiento construido por el hombre hasta ese momento. Es importante, querido lector, que tengas en cuenta que la profundidad de estos cambios se produce de forma lenta y gradual, y en el caso que nos toca, el Renacimiento y el Humanismo modernos constituyeron antecedentes fundamentales para que este racionalismo tuviera lugar.

La Historia, así con mayúsculas, para distinguirla del relato o el conjunto de acontecimientos del pasado, es la disciplina científica que se ocupa del estudio de la sociedad a través del tiempo. En términos de Marc Bloch, historiador fundamental del siglo XX, es la “ciencia de los hombres en el tiempo”.  A la vez que narración del pasado, la Historia explica, interpreta y lo comprende, identificando, analíticamente, diversos niveles de ese pasado que “medimos cronológicamente” en acontecimiento, coyuntura y estructura. O lo que es lo mismo, tiempo corto, tiempo mediano y el tiempo de la larga duración. La explicación e interpretación de ese pasado se realiza identificando causas, siempre así en plural (pluricausalidad) de los procesos a la vez que reconoce sus consecuencias (huellas, legados o herencias de ese pasado).

Se realiza desde diversos enfoques o perspectivas (multiperspectividad) y apoyada en los saberes de otras ciencias tales como la sociología, la geografía, la economía, la filosofía, la literatura, entre muchas otras (pluridisciplinariedad). Las conclusiones a las que arriba este conocimiento obtienen su validez a partir de evidencias y argumentos que se construyen a través de las “preguntas” que los historiadores hacemos a los vestigios e indicios que nos han llegado al presente de aquel pasado. Ellos constituyen la materia prima, la arcilla con la cual podemos edificar científicamente el pasado social humano, cuya principal función social es la comprensión del presente. Una sencilla clasificación de las fuentes históricas distingue las escritas, las orales, las materiales, las gráficas y las audiovisuales. A su vez, es oportuno aclarar, que las fuentes primarias son aquellas que proceden de la época que estamos estudiando. Es decir, fueron producidas por los mismos protagonistas de la etapa o período histórico que estamos investigando. En cambio las fuentes secundarias son los estudios que los historiadores han realizado sobre esa o esas etapas (la historiografía). Ambos son fundamentales en los trabajos que se realizan sobre el pasado. Volvamos a las fuentes. Las escritas han sido consideradas tradicionalmente las más importantes. Aunque cada vez más los estudios actuales, utilizan diversas fuentes para completar, complementar y calibrar la información y datos provenientes de cada una de ellas. Pensemos, por ejemplo, en una excavación arqueológica de una estación de ferrocarril del siglo pasado.

No sólo las fuentes materiales proveerán información relevante, sino que necesariamente esos datos deben completarse con lo que fuentes escritas puedan decir de ello. Tomemos otro ejemplo, el proceso de construcción del castrismo a partir de la Revolución Cubana en la década de 1960. Sobre este fundamental hito de la historia del siglo XX, no sólo hay disponibles fuentes escritas, sino también gráficas, audiovisuales e incluso, orales. Qué tipos de fuentes históricas podemos encontrar, para estudiar por ejemplo, la historia de la América nativa? Tomamos este caso porque reviste singular importancia, no sólo porque somos americanos, sino por la heterogeneidad y la confluencia de fuentes, disciplinas, enfoques teóricos y campos procedimentales para acceder al conocimiento de aquellos enormes mundos pre-europeos. Los pueblos cazadores-recolectores-pescadores-mariscadores han dejado huella de su cultura y sabemos de ella a partir de los restos materiales que hallamos en las excavaciones arqueológicas. Mientras más nos acercamos en el tiempo, las sociedades complejas como la mexica (aztecas); maya (quiché y cackchiquel) e inca en los Andes centrales de Sudamérica nos dejaron sus propios escritos.

En el caso mesoamericano, a través de singulares sistemas de escritura (códices), poseemos información sobre su historia, religión, escenas de vida cotidiana, calendarios agrícolas y mágicos, literatura, gramática, geografía, entre otros datos. Del mundo andino poseemos los”quipus”, un instrumento de registro de información cuantitativa y cualitativa sobre el mundo andino, construido a partir de cuerdas y nudos de lana y algodón, de diversos tipos, largos, colores, etc. 1492 es la fecha que pone en marcha otra etapa de la historia americana, signada en sus inicios por la invasión europea de España, Portugal, Francia e Inglaterra, y luego por el proceso de dominación cultural que reordenó y resignificó todo lo conocido, podríamos decir casi con seguridad, a ambos lados del Atlántico. Si bien podemos distinguir entre vencedores y vencidos, el “encubrimiento del otro” 3 no detuvo un proceso implacable de mestización, de occidentalización 4 que tuvo lugar en los siglos XVI, XVII y XVIII.

Los europeos escribieron sobre lo que observaron. Realizaron registros en sus parroquias, anotaron pleitos judiciales, penales o criminales, civiles, eclesiásticos. Realizaron visitas reales, registrando todos aquellos aspectos de las sociedades que conquistaban e incorporaban a la dominación de las respectivas metrópolis. Los cabildos, institución urbana fundamental en la América española, producía actas capitulares, bandos, ordenanzas que daban cuenta de la vida cotidiana de esas nuevas sociedades en América. Documentos oficiales como las cartas de los conquistadores, las crónicas naturales de Indias, los diarios de los marinos en cada una de las expediciones, son sólo algunas muestras del potencial informativo que estas fuentes agregan a las prehispanas. Ahora bien, acerca de las fuentes escritas es importante hacer notar el rol fundamental que cumplen los archivos, bibliotecas y repositorios. En ellos no sólo se dan las condiciones básicas de protección, indexación y conservación, sino que estas instituciones generan espacios abiertos y plurales para desarrollar investigaciones históricas.

Referencias:

(1) Profesora Adjunta de Ambiente y Cultura en la América prehispánica, Faculta de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina.

(2) Bloch, Marc (1994) Introducción a la historia. 2a. Ed. México, Fondo de Cultura Económica, p. 39

(3) Dussell, Enrique; 1492 El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad, Academia, 1992

(4) Gruzinski, Serge; La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español S. XVI-XVIII. México, FCE, 1991.

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