«De no habernos dejado arrastrar por la locura del petróleo, nuestra situación sería mucho más firme y esperanzadora de lo que es en la actualidad«.
Juan Pablo Pérez Alfonzo, Venezuela se acerca a la debacle (1978).
Leyendo el libro “Apaciguamiento: El Referéndum Revocatorio y la consolidación de la Revolución Bolivariana” (2012), del profesor Miguel Ángel Martínez Meucci; terminando el Capítulo II se encuentra el subcapítulo “El 11 de abril”, la famosa fecha del denominado y trillado Golpe de Estado del 2002. En su relato, el profesor de la Universidad Simón Bolívar, cuenta cuáles fueron esos eventos previos que acompañaron la “Hora Cero” de aquel abril. Y específicamente, señala que el 09 la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), con el apoyo de Fedecámaras, convocó a un paro general de 24 horas para ese día. Pero llama poderosamente mi atención el otro hecho notorio de ese mismo día que bien resalta el autor: “Irak interrumpía por 30 días sus exportaciones de crudo, en respuesta a la actitud hostil de Washington y las represalias israelíes en Palestina. La inestabilidad en ambos países [Venezuela e Irak] contribuyó a la inquietud de los mercados energéticos internacionales, registrada en el alza de los precios del petróleo y los combustibles” (Martínez, 2012, p. 70).
Y en una especie de obsesión por aquello de las fechas o el impacto de las efemérides, fui corriendo a apartar este 09 de abril en el calendario compartido que llevamos en InfoTecarios. Y ustedes se preguntarán: ¿Por qué demonios? Pues bien, en un país con más de treinta años de crisis continua, que en la mitad de ese período ha tenido un gobierno que se jacta de inyectar los petrodólares que genera en «inversión social»; en una Venezuela rica en recursos pero sobre todo borracha en miles de millones de dólares por concepto de venta de miles de barriles de petróleo al día, tiene que ser justo y necesario el hecho de hacerme las grandes preguntas: ¿Cuánto de la gran bonanza del “oro negro” ha sido invertido en nuestras bibliotecas? , ¿Hemos sido capaces en Venezuela de aprovechar este tiempo finito de las “vacas gordas” o más bien las “vacas flacas” han inundado los cuentos de las salas infantiles de nuestras bibliotecas? , ¿Hasta qué punto en el diagrama seguirá subiendo la curva de los precios del petróleo y qué certeza tenemos de que esa curva no se vendrá abajo en cualquier momento? En este post intentaré responder a todo esto.
En efecto, entre 2000 y 2008 se da un aumento espectacular de los precios del barril de petróleo. En ese lapso pasó de 20 a más de 100 dólares. Martín Ortega Carcelén (2013) indica que durante esos años se dieron acontecimientos internacionales puntuales que influyeron en los precios o marcaron algunas crestas en la línea: la huelga petrolera de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en 2002, el comienzo de la guerra de Irak en marzo de 2003, el recrudecimiento de esa guerra en noviembre de 2004, el conflicto entre Israel y Hezbollah en el verano de 2006 y la gran amenaza de proliferación nuclear de Irán. Sin embargo, no fueron estas crisis las responsables directas de ese ascenso prolongado de los precios sino una mega-tendencia en el crecimiento de la demanda mundial de crudo (Ortega, 2013, p. 3).
La expansión y la bonanza alcanzaron un pico histórico en julio de 2008, pero en septiembre de ese año se desata la crisis financiera con la quiebra de Lehman Brothers por los créditos hipotecarios de alto riesgo y surge la crisis económica global; bastas razones que provocaron el desplome de los precios del petróleo de 120 a 40 dólares/barril. Aún así, entre 2009 y 2010 los precios se recuperaron, en buena parte por la alta demanda de las economías emergentes (BRICS), y a partir del 2011 hasta el día de hoy se mantienen por encima de los 100 dólares/barril en promedio (Ibídem, p. 4). Y Venezuela, en su condición de mono-productor petrolero y a pesar de sus crisis e inestabilidad política, de algún modo, ha sido privilegiada por la volatilidad de precios y la inmediata liquidez de sus ventas en el mercado internacional.
El [post]Golpe de Estado de abril de 2002, el paro petrolero de diciembre de 2002 y principios de 2003, y el conflicto subyacente por el que Chávez quería tomar el control de la compañía estatal PDVSA (Ibídem, p. 8), provocó una fuerte disminución en la producción de Venezuela por debajo de los tres millones de barriles diarios en 2002 y 2003. En términos monetarios esto representó un total de 14.430 millones de dólares en pérdidas a la industria petrolera venezolana, por concepto de ventas no realizadas durante el llamado “sabotaje petrolero” 2002-2003, término acuñado por el gobierno [1]. Aún con estas cifras rojas la naciente y creciente curva mundial de los petrodólares le dio suficiente capacidad de reacción al denominado Gobierno Bolivariano y, en teoría, le permitiría a priori aumentar su producción interna.
Según el Instituto Nacional de Estadística, entre el 2003 y el 2012, el gobierno hizo una inversión total equivalente a los 772.000 millones de dólares en el área social, principalmente, a través de las “Misiones sociales”. En otras palabras, el gasto social o gasto público en el período 1999-2011 por parte del gobierno venezolano, representó algo más del 60% de los ingresos del Estado [2]. Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en un Informe Macroeconómico sobre Venezuela correspondiente al 2011, destaca un crecimiento del PIB del 4,2% acompañada de una elevada Inflación cercana al 30%, con políticas monetaria y fiscal expansivas, resaltando el hecho notable de un año 2012 de elecciones presidenciales. Y en ese sentido, sentencia: “Los elevados precios del petróleo permitieron una mejora de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, lo que en conjunto con el aumento del endeudamiento permitió financiar el aumento del gasto público durante el período” (CEPAL, 2012, p. 1).
El Informe de Gestión Anual 2012 de PDVSA revela algunas cifras interesantes: con las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo, que alcanzaron un récord histórico de 297.735 millones de barriles, se logró una producción promedio de 3,03 millones de barriles diarios (muy lejos de la meta de 5,8 millones establecida para ese año en los planes estratégicos [3]), y unas exportaciones promedio de 2,56 millones de barriles diarios, con un precio de la cesta venezolana de crudo que se ubicó en 103,42 dólares por barril en promedio, para finalmente, obtener unos ingresos totales por el orden de los 124.459 millones de dólares. Entre 2008 y 2012 la principal empresa estatal del país obtuvo ingresos superiores a los 520.000 millones de dólares por ventas de petróleo crudo y sus productos (PDVSA, 2012, p. 156). Para el año 2013, se calcula que la estatal petrolera generó recursos entre 82.000 y 85.000 millones de dólares [4].
Ahora bien, queda claro que las arcas del Gobierno Bolivariano se llenaron de ceros y en divisas de color verde, fundamentalmente, por dos factores: uno interno, por el triunfo electoral de Hugo Chávez el 15 de agosto de 2004 en el Referéndum Revocatorio Presidencial y, más adelante, en las presidenciales de 2006; y un factor externo lógico, el aumento escalonado -ya mencionado- de los precios del petróleo. Pero, algo me inquieta entre tantos números: ¿En qué se invirtió o, en su defecto, en qué se gastó? más allá de la publicitada política social de Misiones, columna vertebral de la popularidad de Chávez y su mandato. El profesor-investigador Carlos Aponte Blank ofrece algunas luces, y pese a las diversas limitaciones estadísticas, evidencia que el sector educativo mantiene su primacía dentro del conjunto del gasto social (Aponte, 2010, p. 57), y agrega, que es una tendencia que data de los años sesenta del siglo XX.
Aponte señala que entre 2004 y 2009 el gasto público social en Venezuela estuvo dirigido, en primer lugar, a la Educación, seguido por un ascenso en erogaciones a la Seguridad Social, un tímido crecimiento del gasto en el sector Salud (2006-2007), y le siguen los recursos destinados a Vivienda y servicios conexos, Desarrollo Social y Participación. Sin embargo, los gastos en Cultura, Comunicación, y Ciencia y Tecnología ocupan un precario espacio en las asignaciones del gasto público (Ibídem, p. 56-57). Adicionalmente, destaca que todos los subsectores sociales sufren una caída en su gasto entre 2008 y 2009, es decir, período en que los precios del petróleo entran en la abrupta caída libre de más del 60% de su valor. Incuestionable señal de la dependencia directa que existe entre el bienestar social, su contraparte y los precios del crudo.
¿Y cómo ha sido la inversión en las bibliotecas venezolanas?
Recientemente, Julián Marquina publicó un interesante texto titulado: El retorno económico de la inversión en las bibliotecas (¡A Dios gracias, que el chamo Julián y todos los españoles tienen la dicha de contar con un Anuario de Estadísticas Culturales oficial y algunas otras cifras fiables!). En ese trabajo se manejan una serie de datos que dan claramente una idea de la realidad que vive el sector en España y reflejan, expresamente, que dada la crisis económica ha habido -por ejemplo- recortes presupuestarios y otras tristes decisiones de gobierno.
Eso acá en Venezuela es casi imposible. Ya en un anterior post, hace un año, lo expresamos: es difícil responder a los problemas existentes con la escasa información estadística que ofrece la Biblioteca Nacional de Venezuela. Y ya hoy podemos afirmar que no existe data alguna disponible sobre ningún tipo de indicador bibliotecario en el sitio Web institucional. Salvo la recopilación que hace Guzmán Cárdenas en el Anuario estadístico cultural, 1990-2003: Las cifras del libro y las bibliotecas en Venezuela (2004) de Fundación Polar; una fotocopia del Anuario Estadístico 2007 del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas que conservo desde hace mucho, y las Memorias y Cuentas del Ministerio del Poder Popular para la Cultura (disponibles, vía Web), no hay un producto institucional, serio y confiable que dé algunas señales sobre el estado actual de las bibliotecas en mi país.
Aún así, asumimos el reto de escudriñar en las Memorias y Cuentas del Ejecutivo en el sector Cultura, que aglutina no sólo a la Biblioteca Nacional sino a otros 26 entes descentralizados y a 3 órganos desconcentrados. Estos densos documentos oficiales son la única vía para conocer la gestión de la máxima institución bibliotecaria del país. Los registros disponibles corresponden a los años 2005 al 2013, casualmente se inician con el último año del que se conocieron datos en el sitio web institucional de la Biblioteca Nacional. De esta manera, conozcamos cuánto se ha invertido en el sistema bibliotecario venezolanos en los últimos años.
Pero antes, vale la pena destacar y tal vez orientar al lector sobre los componentes económicos que pudieron y, hasta ahora, pueden repercutir sobre las cifras que acá presentemos. Es decir, algunos elementos de impacto económico directo sobre los montos de cualquier presupuesto público que se planifique en Venezuela. En primer lugar, el establecimiento desde el año 2003 de un sistema de control cambiario bajo un esquema de tipo de cambio fijo oficial y que al día de hoy se mantiene con sistemas complementarios o alternativos de cambio de divisas [5]. Este mecanismo de control de cambio ha significado la devaluación implícita de la moneda: el Bolívar, en diversas oportunidades. A su vez, en el 2008 se llevó a cabo el proceso de Reconversión Monetaria que eliminó 3 ceros a la moneda nacional. Y ese mismo año a través de mecanismos legales se creó una contribución especial sobre precios extraordinarios y precios exorbitantes en la actividad primaria de hidrocarburos. Esto, sumado a la elaboración del Presupuesto Nacional calculado a la mitad de los precios del barril de petróleo, se ha traducido en la creación de fondos de desarrollo que han sido manejados de forma discrecional por parte del Ejecutivo Nacional y del que hay serias dudas en cuanto a su transparencia.
Pues bien, luego de revisar a fondo las Memorias y Cuentas del Ministerio para la Cultura, órgano del sector ejecutivo al que se encuentra adscrito el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas, se pueden ofrecer algunas cifras, expresadas tanto en bolívares como en dólares, de lo que imaginamos se ha invertido en nuestras bibliotecas en los últimos años:
· Para el año 2005 la Biblioteca Nacional ejecutó más de 38,7 millones de bolívares en recursos presupuestarios, el equivalente a más de 20,1 millones de dólares.
· En el 2006 la Biblioteca Nacional devengó ingresos por más de 53,3 millones de bolívares, al cambio oficial, unos 24,7 millones de dólares. Este año fue de elecciones presidenciales, por lo que se disparó el gasto público.
· La cantidad de recursos devengados por la Biblioteca Nacional en el 2007 fueron cerca de 70 millones de bolívares, aproximadamente 32,3 millones de dólares. Al final de este año fue negada una reforma constitucional llevada a referéndum, una de las pocas derrotas de Chávez en las urnas.
· En 2008, año de la reconversión monetaria, la Biblioteca Nacional ejecutó proyectos por el orden de los 54 millones de bolívares, lo que representa unos 25,1 millones de dólares. Se observa un decrecimiento con respecto al año anterior, coincidencia o no, ese mismo año los precios del petróleo cayeron de forma abrupta.
· Para el 2009, la Biblioteca Nacional recibió transferencias de recursos para sus proyectos por cerca de 71 millones de bolívares, unos 32,9 millones de dólares. A pesar de la caída de los precios del petróleo el presupuesto aumentó, cabe recordar que ese año se registró el proceso electoral para la aprobación de una enmienda constitucional a favor de la reelección indefinida.
· En 2010, a la Biblioteca Nacional se le había aprobado un presupuesto de poco más de 90 millones de bolívares, sin embargo, recibió recursos por el orden de los 138,1 millones de bolívares. Una importante diferencia considerando que se había solicitado para ese ejercicio fiscal más de 70 millones de bolívares, asumimos que esta diferencia se debe al aumento de la tasa de cambio oficial para la adquisición de divisas. En definitiva, al tipo de cambio oficial la institución recibió unos 32,1 millones de dólares.
· Para el año 2011 la Biblioteca Nacional recibió recursos por más de 193,3 millones de bolívares, casi 45 millones de dólares. Un crecimiento importante del presupuesto, asociado a la recuperación de los precios del petróleo en el mercado internacional.
· En 2012 la cantidad de recursos transferidos presenta otro aumento importante y alcanza los 221,1 millones de bolívares, un equivalente a los 51,4 millones de dólares. Este período también significó un año electoral, dicho sea de paso, presidenciales decisiva en la carrera del chavismo por aferrarse al poder y darle sentido a la reelección indefinida. Ese año rompió todos los récords históricos en los indicadores del gasto público social.
· Y finalmente, en 2013 la Biblioteca Nacional percibió unos 330,6 millones de bolívares, que al nuevo tipo de cambio oficial significó en divisas unos 52,4 millones de dólares. Nótese que a pesar del aumento significativo en bolívares (en más de 100 millones) con respecto al año anterior, la cantidad en dólares no creció en la misma proporción. Esto, debido al incremento en la tasa de cambio oficial para la adquisición de divisas, que se tradujo en una devaluación implícita de la moneda nacional. Síntomas crecientes de la crisis económica que, de forma bastante contradictoria (altos precios del petróleo), hoy padece el país.
En resumen, entre el 2005 y el 2013 el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas de Venezuela recibió un total de 1.169,9 millones de bolívares, es decir, alrededor de 315,9 millones de dólares, para la ejecución de proyectos institucionales asociados al desarrollo del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
De hecho, la formulación de las políticas públicas desde la Biblioteca Nacional ha dirigido su planteamiento en ese sentido: en un primer momento, durante el período 2005-2008 con el proyecto denominado “Fortalecimiento de la Biblioteca Nacional y el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas”; luego, los años 2009 y 2010 reorientaron los proyectos hacia el “Reimpulso de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas”; y entre 2011 y 2013, el proyecto ha pasado a denominarse “Fortalecimiento y Reimpulso del Sistema Nacional de Bibliotecas y la Biblioteca Nacional”. Lo que en teoría significa que la mayor parte de los recursos ejecutados han debido dirigirse a la inversión y desarrollo del sistema público bibliotecario.
En cuanto a resultados de la inversión, muchos son los logros resaltados en los Informes de Gestión contenidos en las Memorias. Sin embargo, hay un conjunto de obstáculos o dificultades que se presentan durante la ejecución de los proyectos año tras año. Preocupa sobremanera que a lo largo de los años destaquen la falta de recursos, insuficiencia de recursos financieros, recortes de inversión, insuficiencia de recursos presupuestarios, insuficiente asignación de la Ley de Presupuesto, y afines. Resulta increíble la serie de problemas que aún hoy persisten:
Falta de personal, para la atención y organización de los depósitos de colecciones en los diferentes servicios de la Biblioteca Nacional y la Red Metropolitana, y la suspensión del Sistema de Información NOTIS que generó retrasos y rezagos en la distribución de volúmenes al Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas.
Incumplimiento de la Ley de Depósito Legal, insuficiente personal especializado, e insuficiencia de recursos financieros para atender las necesidades de mantenimiento de la infraestructura de las bibliotecas públicas.
Recortes de inversión previstos para la adquisición de los materiales bibliográficos, no bibliográficos y audiovisuales, por la vía de la compra para el enriquecimiento de las colecciones, deterioro de las infraestructuras, falta de mantenimiento preventivo y correctivo de las bibliotecas públicas, y obsolescencia de equipos de computación y sistemas, que ocasionan la lentitud en los procesos.
Desactualización en las colecciones, de materiales extranjeros y nacionales, falta de insumos para la edición y difusión en papel de documentos de apoyo técnico a los bibliotecarios de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, falta de transporte para trasladar al personal, insuficiencia de recursos presupuestarios para atender las necesidades de la Red de Bibliotecas Públicas de los estados, y fallas constantes del sistema automatizado NOTIS debido a su lento proceso de sustitución.
Dificultades en la recolección de la información estadística, de algunos servicios bibliotecarios públicos en algunos estados, retrasos en el procesamiento técnico definitivo de las colecciones de la Biblioteca Nacional y de las Bibliotecas Públicas (caso NOTIS), falta de insumos y materiales importados, que afecta la realización de actividades de preservación y conservación, déficit de talento humano capacitado y especializado
Insuficiente asignación de la Ley de Presupuesto, para adquirir por la vía de compra, los títulos y los ejemplares de materiales audiovisuales, bibliográficos y no bibliográficos, para atender las necesidades de información de los usuarios, de la Biblioteca Nacional y el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas; y además, falta de materiales y suministros importados, para conservar, duplicar y microfilmar las colecciones.
Para tener alguna idea de lo que representa la inversión en bibliotecas en Venezuela volvamos a las cifras. Según la estatal petrolera PDVSA los ingresos por ventas de petróleo crudo y sus productos entre 2008 y 2012 superan los 520.000 millones de dólares. Por su parte, los recursos transferidos a la Biblioteca Nacional en el mismo período suman 186,4 millones de dólares. Si cruzamos una información con la otra obtenemos una aproximación cuantitativa de lo invertido en el sector bibliotecas con relación a los ingresos petroleros.
Entonces, podemos decir que la inversión social dirigida al sector de bibliotecas en Venezuela durante el período 2008-2012 representa en promedio el 0,03% de los ingresos totales que por concepto de ventas de petróleo se generaron en el mismo período en nuestro país.
Por alguna razón el 80% de la población reconoce que no asiste a una biblioteca, apenas un 9,1% visita una biblioteca pública y un efímero 1,2% de la población acude a la Biblioteca Nacional, según el Estudio del Comportamiento Lector, Acceso al Libro y la Lectura en Venezuela, realizado por el Centro Nacional del Libro en 2012.
Ahora, cuáles son las tendencias o cuáles son los retos que vienen. Por una parte, los estudios indican que las reservas probadas de petróleo en todo el mundo garantizan el suministro de crudo en el futuro, hecho que tiene como principal figura a Venezuela; además, la demanda energética se mantiene principalmente por el alto consumo de los países emergentes, lo que significa que los precios del petróleo se mantendrán en alza. Salvo algún imprevisto político de los emergentes que los lleve a consumir menos (Op.cit. Ortega, p. 25). Y por otro lado, a pesar de que el porcentaje de inversión en bibliotecas es ínfimo con respecto a toda la bonanza petrolera que –en teoría- genera Venezuela diariamente, los recursos asignados a la institucionalidad bibliotecaria no dejan de ser relevantes. El gran problema surge cuando en reiteradas ocasiones se presentan serios déficits presupuestarios y no son atendidos con la efectividad necesaria, quizás, una reforma legal en el futuro para el financiamiento de las bibliotecas que la aleje de la dependencia casi incuestionable de “papá Estado”, pudiera ser parte de las múltiples soluciones que se requieren.
Hemos visto que efectivamente en la patria natal del Libertador Simón Bolívar en este comienzo un tanto accidentado del siglo XXI se ha hecho un esfuerzo en inversión social, al menos desde el punto de vista numérico o estadístico, sobre todo en educación. Pero lo más mínimo en cultura, comunicación, ciencia y tecnología, es decir, bastante menos en emprendimiento, innovación y competitividad. En un momento vital en el que el mundo entró en la era de la información, que inició el discurso global de la Sociedad de la Información, en el que las tecnologías de información y comunicaciones se convirtieron en protagonistas y en el que como nunca toca cerrar las brechas sociales, y sobre todo una nueva en la lista: la brecha digital; allí, en ese momento, resurgen las Bibliotecas. Así las cosas, nos preguntamos: ¿Se han aprovechado los recursos históricos de los últimos lustros para impulsar en Venezuela a las bibliotecas, como una institución fundamental para la democracia, el cambio social, el desarrollo humano y la innovación?
Evidentemente, no. Por ello, todo parece indicar que -y en palabras del «profeta olvidado» Juan Pablo Pérez Alfonzo- seguiremos «hundiéndonos en el excremento del diablo« [6]. Y eso, tristemente, no excluye a nuestras bibliotecas.
Sólo me queda invocar a Don Uslar y tener esperanzas con aquella utopía nuestra de la aparente primavera no perecedera: sembrar el petróleo.
Notas:
[1] En su sitio Web institucional, PDVSA utiliza el término para explicar la primera parte de la sección “PDVSA en cifras”. Disponible en: http://www.pdvsa.com/index.php?tpl=interface.sp/design/readmenuprinc.tpl.html&newsid_temas=28
[2] Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Washington: Gobierno venezolano ha invertido $772 mil millones en área social, Abril, 2012. Disponible en: http://venezuela-us.org/es/2012/04/04/gobierno-venezolano-ha-invertido-772-mil-millones-en-area-social/
[3] En su sitio Web institucional, PDVSA expresa claramente en la sección “PDVSA en cifras”, la meta de producción para el año 2012 en el apartado de “Exploración y Producción”. Disponible en: http://www.pdvsa.com/index.php?tpl=interface.sp/design/readmenuprinc.tpl.html&newsid_temas=28
[4] El Nacional: Manejo discrecional de renta petrolera impide atender demanda de divisas. Por Nicolle Yapur, 16 de febrero de 2014. Disponible en: http://www.el-nacional.com/economia/divisas-alcanzan-manejo-renta-petrolera_0_355764629.html
[5] Este sistema de control de cambio se inició con una tasa de 1.600 Bolívares (Bs.) -hoy por la reconversión Bs. 1,60- por dólar, que fue modificada en lo sucesivo y provocó devaluaciones implícitas de la moneda, al llevar la tasa a Bs. 1,92/dólar en 2004, a Bs. 2,15/dólar en 2005, a Bs. 2,60/dólar y Bs. 4,30/dólar en 2010, a Bs. 6,30/dólar en 2013, y que al día de hoy se mantiene bajo un nuevo mecanismo con tres valores: uno fijo a Bs. 6,30/dólar para sectores “prioritarios”, y otros dos “complementarios”: el primero, con un valor inicial de Bs. 11,36/dólar que fluctúa en un sistema de bandas, y el segundo, un sistema alternativo que busca acabar con el mercado negro de divisas y que también fluctuará según la oferta y la demanda con un valor inicial de Bs. 51,86/dólar, y del que se espera baje su valor de forma progresiva. Para mayor información, visite: http://www.bcv.org.ve/
[6] Frase empleada por Pérez Alfonzo, en la segunda mitad del siglo XX, para referirse al petróleo.
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