Esta magnífica frase del extraordinario escritor uruguayo Eduardo Galeano refleja de manera perfecta la actitud básica que debiésemos tener día a día para afrontar nuestro quehacer como profesionales.
En este primer post para Infotecarios quiero retomar y reforzar algunas ideas publicadas hace algún tiempo en la Revista Chilena de Bibliotecología “Infoconexión” en relación con la necesidad de desarrollar, como profesionales, nuestra capacidad de innovar. Al mismo tiempo servirá de introducción a las temáticas posteriores que abordaré en este espacio, que espero se convierta en un espacio compartido por todos ustedes.
La idea base de esta reflexión surge de la necesidad de darnos cuenta que las realidades de nuestros usuarios y usuarias son absolutamente distintas a las de ayer y que estas cambian de manera vertiginosa, mientras nosotros seguimos con el mismo enfoque bibliotecológico existente hace 10 o 20 años atrás.
Las bibliotecas latinoamericanas deben ser capaces de innovar y dar nuevas respuestas a las nuevas necesidades y requerimientos de sus comunidades, y para lograrlo es fundamental que nosotros seamos capaces de asumir ese desafío pues son las personas las que innovan, no las organizaciones. Hablar de innovación es hablar al mismo tiempo de creatividad, de quebrar estructuras y de reinventarse, pero por sobre todo es cuestionarse; la mejor forma de innovar es pensando que todo lo que hacemos se puede mejorar, y sólo esa actitud contraria al conformismo extremo que solemos mostrar, nos permitirá ser realmente innovadores.
Estamos demasiado acostumbrados a diseñar, planificar y ejecutar servicios y productos desde las Bibliotecas “mirándonos el ombligo” y pocas veces nos damos el tiempo necesario para indagar en lo que realmente necesitan o desean nuestros usuarios; Seguimos muchas veces “modas” de servicios o productos sin un análisis profundo de impacto o satisfacción. El mundo 2.0 y 3.0 nos deja tan perplejos que queremos abordar de inmediato el carro sin saber realmente si nuestro usuario, es más, si nuestra propia sociedad está realmente preparada para seguirnos el paso.
Permanentemente leo artículos sobre nuevos servicios en bibliotecas, TICs, Redes sociales, Marketing e Innovación, y el factor común en muchos de ellos es la mirada introspectiva del análisis, el cual viene casi siempre desde los propios profesionales, diseñando sus propios servicios y desde sus propias miradas…y el usuario donde está en todo esto?
Hace algunos días surgió una gran polémica en mi país, a raíz de este video exhibido por la televisión chilena sobre los “innovadores” servicios que ofrecía la Biblioteca Pública de Santiago.
Las nuevas Bibliotecas Públicas
Pues bien, no basto más para que se iniciara una acalorada discusión sobre el tema, debate que obedecía a la visión de la Biblioteca Pública como espacio de encuentro. Y porque tanto escándalo? pues porque el mencionado reportaje se enfocaba desde la visión del usuario común y corriente, de sus sensaciones y necesidades, desde su propia realidad; consideración que es fundamental y que como bibliotecarios muchas veces olvidamos; y porque hablo sobre esto? pues porque esta visión desde él usuario es la que permite a este proyecto posicionarse como una apuesta innovadora y atractiva para toda la comunidad tal como refleja su slogan: “no importan los libros, los bibliotecarios tampoco, ni el mobiliario, ni las tecnologías, creemos firmemente que en la biblioteca pública lo único realmente importante son las personas”
La Biblioteca de Santiago es sólo uno, de los numerosos y exitosos proyectos que han surgido en nuestro continente cuando se parte de ideas innovadoras, creativas, rupturistas y centradas en las necesidades de la comunidad; por todos nosotros es conocido el maravilloso servicio de Biblioburro en Colombia que lleva libros a comunidades completamente aisladas, o la apasionante labor que desarrollan las Bibliolanchas en varios países del cono sur, o el popular proyecto Bibliometro que nace en Chile y luego se replica en Colombia y España; Bibliotecas en Cárceles, Bibliopiscinas, o el hermoso proyecto Bibliocirco en Medellín, demuestran lo potentes que pueden llegar ser los innovadores servicios que colegas latinoamericanos han impulsado gracias a la capacidad de pensar desde las personas, desde sus necesidades y realidades particulares.
Gestión de la Innovación
Ahora bien, cuando hablamos de innovación desde el punto de vista de la “gestión integral” y “la gestión del talento” es necesario detenerse en el factor común que se atribuye a los bibliotecarios latinoamericanos lideres en innovación y que no es otro que ser capaces de atravesar los muros de las Ciencias de la Información obligándole a integrar en su gestión conocimientos, herramientas y técnicas provenientes de todas las áreas del saber.
Los profesionales latinoamericanos deberíamos ser capaces de visualizar, analizar y realizar benchmarking a instituciones y empresas líderes que están resolviendo las demandas de sus clientes sus reales necesidades. No basta con observar y seguir las buenas prácticas de las bibliotecas e instituciones destacadas en nuestro sector, es necesario observar a las instituciones financieras, a las empresas de retail, a las empresas de telecomunicaciones, a las de servicios; analizar su gestión y sus estrategias de desarrollo, crecimiento, difusión e interacción con el cliente, y en base a ese análisis incorporar las herramientas de gestión más apropiadas a nuestra propia realidad con el fin de innovar.
Debemos convertirnos en directores con la capacidad de gestionar nuestras bibliotecas como se gestiona una empresa exitosa y no me refiero a la mercantilización de los servicios bibliotecarios o a olvidar nuestra visión social, me refiero a la gestión en base a metas concretas, a planificaciones estratégicas detalladas, a estudios de impacto, a modelos de negocios centrados “en” y “desde” el usuario, él es el punto de partida y fin de nuestra misión institucional.
Formando innovadores
Desde el punto de vista de la formación es nuestra responsabilidad guiar y motivar a nuestros jóvenes ayudándolos a descubrir su potencial innovador; y he aquí una pregunta importante: ¿es la carrera de Bibliotecología (Biblioteconomía, Gestión de información, o como quieran llamarle) una alternativa profesional atractiva para personas innovadoras? Tal como la seguimos enfocando hoy en día creo que no, hemos ido avanzando, pero nos falta mucho por lograr, partiendo con nuestros programas de estudios; no obtenemos nada con cambiar nuestros títulos profesionales por denominaciones “más modernas” si nuestros programas son los mismos que hace 10 años. Debemos incorporar contenidos y temáticas que realmente nos permitan posicionarnos profesionalmente con estrategias y metodologías de enseñanza novedosas; no basta con saber catalogar y clasificar a la perfección cuando al momento de redactar un comunicado, presentar un balance financiero, atender a un usuario conflictivo, realizar minería de datos, o leer “papers” en inglés, tenemos inmensas dificultades.
Las escuelas de Bibliotecología, sin dejar de lado las bases de la profesión, deben ser críticas al momento de revisar y cuestionar su misión y visión formativa; deben adaptar sus planes y programas de ser necesario, enfocándolos desde el punto de vista de la innovación y las nuevas y reales demandas de la sociedad. Deberíamos hacer de nuestra carrera una alternativa cautivadora para las personas creativas e innovadoras. Podemos comenzar con la creación de campañas de marketing seductoras, que permitan explotar “la información, la cultura y el conocimiento” como elementos básicos de formación presentándolos de forma sugerente. Debemos potenciar efectivamente la gestión del conocimiento, gestión de información, animación lectora, gestión cultural y por sobretodo la “gestión integral de clientes” como elementos identificadores.
A modo de conclusión
Cuando hablamos de innovación y de los caminos para lograrla, hablamos sin duda de compartir; el camino que conduce a la innovación requiere indudablemente de experiencias, conocimientos, perspectivas y puntos de vista cooperativos y distintos.
No podemos intentar, ni menos lograr, ser innovadores centrándonos en nosotros mismos y encerrándonos en nuestras oficinas a autoconvecernos de que estamos haciendo las cosas bien. Necesitamos salir, abrir espacios, tocar puertas, debemos potenciarnos y potenciar a nuestros colegas más jóvenes, debemos crear espacios de encuentro físicos y virtuales (como éste), que promuevan la innovación y donde se integren todos los actores vinculados a nuestra profesión.
Necesitamos participar y crear nuevas instancias y eventos de cooperación y formación a nivel latinoamericano pues son la base del crecimiento y la actualización profesional; comprometámonos a ser capaces de aprender y enseñar sin temor, entregando desinteresadamente todo lo que sabemos y escuchando respetuosamente todo lo que nos enseñan, pues es la única forma de avanzar profesionalmente y crecer como personas. Aunando voluntades y visiones de apertura seremos capaces de avanzar en la construcción de una nueva Bibliotecología Latinoamericana, una Bibliotecología donde la cooperación, la innovación y la creatividad sean la base de nuestra profesión.