Pandemia en época de infodemia

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Pensar la pandemia como una víctima del exceso de información falsa y que se distribuye por todos los confines digitales, me permitió escribir este post y centrarme en este problema amplificado y descontrolado del movimiento informacional en redes sociales y en medios más tradicionales como los periodísticos. 

Los intentos de las grandes empresas de Sillicon Valley que se han comprometido a asumir desarrollos a sus plataformas para seguir, controlar y vetar contenidos relacionados con la pandemia puede entenderse como una buena intención, pero involucrarse con los contenidos siempre ha sido una causal para hablar y juzgar desde el derecho a informarse e informar a los demás como una acción de cuidado comunitario (de donde viene el famoso dicho en inglés “Sharing is caring”) (Frenkel et al., 2020). Se desconocen las políticas que han establecido para estos desarrollos o para el control de contenidos, pero se ha evidenciado que no son del todo efectivas y que cualquier persona puede publicar información que ha sido verificada como falsa y que no va en contra de tales «políticas» (Marantz, 2020).

En relación con lo anterior, otra causal de tal infodemia, se debe a que el uso de las tecnologías digitales ha aumentado porque se necesitan más fuentes de entretenimiento (multimedia, juegos, lectura, etc.), para el teletrabajo, la teleducación, y la socialización con la familia y los amigos. Es claro que la tecnología ha demostrado que, casi por su propia cuenta, es indispensable para la humanidad en las condiciones actuales. Empresas como Zoom o Microsoft han posibilitado que parte de la economía pueda seguir comunicándose en tiempo real y que las personas mantengan su realidad social dentro de plataformas de videollamada y chats (WhatsApp, Messages, Telegram, Facetime, etc.) y otras de alcance masivo y de entretenimiento para compartir videos cortos e imágenes (Facebook, Instagram, TikTok, etc.); con el uso de estas tecnologías, compartir información de toda índole en época de pandemia aumenta, por lo que el riesgo de consumo de información sin verificar es cada vez más alto, sin posibilidad de rastrearlo y seguirlo, diluyéndose finalmente en autopistas digitales.

Una oportunidad para dejar a un lado las pantallas

Muchos dirán que las tecnologías digitales son la salvación en estos momentos porque nos permiten estar conectados con el exterior y no perder el sentido de comunidad y de estar al tanto de los asuntos que nos deberían importar (o lo que se conoce en inglés a «Fear Of Missing Out» – FOMO); esto también sucede con los medios masivos tradicionales como los periodísticos que desde la televisión, el papel o sus sitios web transmiten minuto a minuto lo sucedido respecto a la pandemia. 

Adhiero a la idea de que una confianza desmedida en las tecnologías digitales llevan directo a una sobrecarga de información (veraz o falsa) que se revuelve entre sí generando una mezcla de realidades paralelas que generan sentimientos de ansiedad y miedo, llevando a las personas a tomar decisiones inconsecuentes.

Es en este sentido que la cuarentena debe ser una oportunidad de conciencia con las personas con las que se comparte residencia, que al margen de la preocupación natural por las circunstancias anormales, se establezcan rutinas, tareas y proyectos que no involucren tecnologías digitales y que permita una desconexión de la red de información que tantas veces se presenta para confundir a sus consumidores. 

Son varios los ejemplos que se pueden tomar de las redes sociales sobre los desaciertos en los que incurren los medios tradicionales al entregar información, y que partiendo de la idea de que estos cuentan con equipos editoriales más robustos que los conocidos trolls, se considera algo inaceptable (y jocoso al mismo tiempo). Un caso, en estos momentos en que las visualizaciones de datos son la revelación para identificar patrones de comportamiento para todo lo que nos rodea, en un medio impreso y digital llamado Revisa Semana de Colombia se presenta de manera imprecisa una comparación de casos confirmados en países en los que el virus ha llegado con más fuerza en condiciones socio-económicas muy distintas y peor aún para la comparación, en un rango de datos que no permite diferenciar el crecimiento de casos. Se intenta comparar así a Colombia de países como China, Italia y Estados Unidos (!): 

Y como en el último tiempo pre-pandemia los medios se dedicaban a posicionar debates y hashtags en Twitter, en la actualidad no han dejado de hacerlo como una forma para generar tráfico por sus sitios web y redes sociales. En este caso, El Tiempo, el periódico de mayor consulta en Colombia, pregunta si se debería prohibir el consumo de alcohol, en consonancia con la propuesta de Martha Lucía Ramírez, Vicepresidenta de Colombia, en la que relaciona el consumo del alcohol con la violencia intrafamiliar por encima de asuntos culturales, educativos y de política social (@Mr_Patarroyo en Twitter).

Traigo estos dos casos a colación dejando sobre la mesa la cuestión del enfoque que los medios deciden poner sobre ciertos temas que surgen en el tiempo y que, por lo mismo, a veces es necesario dejarlos a un lado para evitar la sobrecarga de información (a veces con aproximaciones imprecisas, otras con información irrelevante). Y qué mejor forma de dejarlos a un lado, que alejando las pantallas de nuestras caras.

Una labor de las bibliotecas en la pandemia

En este contexto las bibliotecas han dispuesto de servicios digitales generales y especializados para responder a las necesidades de la teleeducación, la lectura y el entretenimiento de sus usuarios (https://www.ifla.org/ES/node/92983). En este mundo de responsabilidades que los bibliotecarios alrededor del mundo están asistiendo con profesionalismo y compromiso, es menester tener en cuenta que sobre nuestros hombros recae la responsabilidad profesional y personal de formar continuamente a nuestro grupo cercano de personas (familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.) en el consumo consciente de información, reconocimiento de fuentes de información fiable (es decir, todo lo contrario a Whatsapp, si se le pudiese considerar como una fuente de información), y en el buen uso de las tecnologías digitales. 

En este último aspecto, considero pertinente usar las tecnologías digitales exclusivamente como medios de trabajo y para relacionarse con el grupo de apoyo más cercano; el resto, dejarlo para el mundo físico. 

Respecto a otras labores en pandemia, recomiendo los siguientes posts de otros Infotecarios: 

Referencias bibliográficas

Adhanom, T., & Ng, A. (2020). Desinformación frente a medicina: Hagamos frente a la ‘infodemia’. EL PAÍS. shorturl.at/cmMO9

Bowles, N. (2020). Coronavirus Ended the Screen-Time Debate. Screens Won. The New York Times. shorturl.at/rvAT1

Frenkel, S., Alba, D., & Zhong, R. (2020). Facebook y Twitter batallan contra la desinformación en torno al coronavirus. The New York Times. shorturl.at/loNP4

Hao, K. (1970, enero 1). El coronavirus en la era de las redes sociales: De epidemia a «infodemia» (A. Milutinovic, Trad.). MIT Technology Review. shorturl.at/ijEN4

Marantz, A. (2020). What the Coronavirus Crisis Has Changed About Social Media, and What It Hasn’t Changed. The New Yorker. shorturl.at/buxV0

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