
Nuestro espíritu humano está diseñado para soportar, sobrevivir, adaptarse y evolucionar en los peores vacíos metafísicos, políticos, jurídicos y culturales; como si fuese la ‘Tela de Penelope’, que se teje entre el esfuerzo educativo-cultural, bien sea público o privado por un lado y la televisión junto con las redes sociales chatarras por el otro, con sus falsas noticias.
Como una historia entre nuestros dedos, Mariana Cellino (2020), considera que: “Una comunidad fuerte le hace frente a todo”; transformando la hominización o antropogénesis en humanización, haciendo que los aspectos biológicos, culturales y ambientales sean inseparables, permitiendo la longevidad de los datos.
Carl Rogers (1961), sostenía que: “cada individuo existe en el centro de un campo fenoménico”, que sería el estudio de la conciencia, la percepción y la relación humana. De esta manera podemos organizarnos, comunicarnos, reconocernos, compartir datos, por la simple razón de encontrar el modo de resolver las disputas, sin menospreciarnos unos a otros, ya que se nos va la vida en ello.
Nuestra identidad cultural, esta imbricadamente conectada a la compartición genética de nuestros antecesores, que han compartido sus genes hasta que la muerte los separe. No existen los atajos, hay un camino muy largo, espinoso, que vale la pena recorrer, por lo tanto, hay que aprender todos los días buscando ser la mejor versión de uno mismo.
En cada situación de nuestras vidas, luce como un teorema indescifrable, datos encriptados (Moros, 2003), falsas noticias que no alcanzamos nada con quejarnos. Si el entorno no ayuda, entonces hay que modificarlo. Empezar por uno mismo y en la medida de lo posible seguir con los demás.
En estos casos, en estos imposibles, la pared jamás se esquiva: se asimila, buscamos integrarnos, evitar la marginalización o la separación de nuestro entorno, desconectar el cerebro de un fanatismo hiriente.
Hoy, curiosamente, nos corresponde a todos afrontar con máxima responsabilidad. Hacer lo que tenemos que hacer, seguir inculcando saberes y, los versos de Alí Primera (1976), hoy sigue teniendo vigencia:
“Somos semejantes
es decir, pareciera que lo somos
en la manera de rezarle a Dios
en la manera de engañar a Dios
y en la forma de engañar con Dios.
Yo quiero semejanza en la escuela
donde el niñito moreno, el indio y el niño blanco
te aprendan la misma A
no semejanza en la iglesia
porque allí usted puede ver a un hombre
sentado en un banco con su nombre
después de pisar a otro hombre
después de pisar mil hombres
queriendo lavar su alma diciendo
Dios me perdone…”
Tal vez no haya semejanza en la Iglesia o fuera de ella, donde puedes apreciar al ver a muchas personas que en el transcurso de sus vidas, se han dedicado a menospreciar a los demás tan solo por su estatus, color de piel o nacionalidad, para luego recibir la ostia de manos del Cura en la Iglesia y decir: Dios me perdone.
Por lo tanto, ¿Es razonable pensar en una nueva, próxima o evolutiva comunicación? ¿Es loable la aplicabilidad de sanciones, prohibiciones, distanciamiento, en estos tiempos de mayor ausencia presencial? ¿Este aislamiento forzado, obligatorio, por nuestro resguardo, nos acerca o nos mantiene comunicados en las redes sociales? ¿O se hace un expurgo de aquellos usuarios que descargan figurativamente los datos o la renta básica del celular?
Somos los únicos que elegiremos como equivocarnos, seguimos siendo aprendices, en cada beso, en cada caída, aprendemos a levantarnos y seguir adelante.
Muchos intentan amarrar, cercenar a esas dendritas, que son como pajarillos libertarios, con exuberante motivación para seguir creciendo exponencialmente, todos tenemos un gran potencial, una vez que egresamos de la Universidad, la mayoría de nosotros sabemos que lo primordial no es cuestión de títulos universitarios o buenas calificaciones.
López Salazar (2016), considera: “los niveles educativos que tienen los individuos para realizar estos procesos suelen asociarse con las habilidades y destrezas informativas”. Cabe destacar que fuera de los salones de clase, requerimos lo que normalmente se debe tener: ovarios, cojones, estomago, audacia, tolerancia, bravura, astucia, osadía, tenacidad, perseverancia, honestidad, brillantez, disciplina, seguir con Dios por delante y mucho más; estos factores, como lo quieran llamar, forma parte de nuestra personalidad.
El intelecto individual requiere tanto de conocimiento técnico, como de coraje, si el miedo es demasiado fuerte, el genio se anula; entonces, hay que insistir, todos somos aprendices, debemos aprender a correr riesgos, a ser osados, a dejar que nuestro ingenio convierta ese miedo en fuerza y brillantez.
La personalidad de cada individuo, converge en que tienes que aprender quiénes somos, sobre todo en esta pandemia. Algunas personas no les gustan que las enfrenten; hay que aprender, saber cómo y cuándo dialogar con ellos, para que las personas no se sientan presionadas.
Siempre habrán interrogantes que se pueden suscitar: ¿Por qué debo correr riesgos? ¿Por qué debería molestarme en desarrollar mi coeficiente intelectual? ¿Por qué debo ser un emprendedor? La respuesta es muy sencilla, Dios pone a tu disposición una enorme gama de opciones y transformaciones venideras, porqué está etapa de crecimiento cíclico, es la más excitante para estar vivos, es preferible darle la bienvenida a los cambios que temerle.
Fernando Antonio Salas Granado
Bibliografía.
Cellino, Mariana (2020). Comunidad.- Whatsapp: (Grupo Bibliotecari@s Conectad@s) 3 de abril 2020.
López Salazar, José Jesús Rafael (2016). Competencias informacionales de los estudiantes de la Escuela de Bibliotecología de la Universidad Central de Venezuela.- Caracas: Postgrado en Gestión de Investigación y Desarrollo. Vol. 01 – N° 01 – Diciembre, p.10.
Moros, Á. (2003). Evolución del concepto de conocimiento desde la pirámide informacional: propuesta de servicio de gestión del conocimiento científico para instituciones de educación superior.- Madrid: Universidad Carlos III.
Primera, Alí (1976). Dios se lo cobre.- Caracas: Cigarron. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=hlyF4tzvPk4
Rogers, Carl (1961). El Proceso de Convertirse en Persona. Argentina: Editorial Paidos.