Cuenta la leyenda de mis abuelos, de tus abuelos, de todos los abuelos, que los tiempos de antaño eran los mejores, tal vez era así, no lo sé, procuro vivirlo a través de vivencias, relatos y creencias.
¿Por dónde empiezo? ¿Nos conformaremos con lo que han dicho, inventado, solapado, preescrito o iremos más allá?
Ciertamente Otto Neurath (Drucker, 1997), consideraba que la nomenclatura “DATOS”, es un lenguaje natural que significa “IDEAS”, por lo tanto, nuestro día a día está plagado de ideas, solo hay que prestar atención.
Normalmente se argumenta que un tonto con dinero es una gran fiesta, si alguien se dedica a leer y escribir esta loco. Bueno en esta fauna silvestre, en que la mezquindad campante y la viveza absurda pretenden prevalecer, sencillamente hay que seguir adelante; por cierto, no soy tonto y mucho menos loco.
Bendito tus ojos que me miraban y daban la impresión que me ignoraban, para el 25 de Julio de 1567, Diego de Losada, decía en voz alta: ¡Tomo posesión de esta tierra, en nombre de Dios y del Rey de España!, esto fue al momento de fundar a Caracas.
Me comentaba el viejo Canelón, ¡hace tiempo que no veo a naíde, estamos mi perro y yo!; acto seguido, un escupitajo de chimo que casi atravesaba la calle de tierra, aunque ya no parecía de tierra sino de asfalto, una mancha de color negro con marrón, daba la impresión que estaba mascando alquitrán con tabaco, bueno, cada quién con sus gustos.
En ese instante, se sumó a la conversación Asciclo, y preguntaba, que quiere saber este niño, ya que yo andaba con unas bermudas, zapatos de goma y una franela blanca, algo fuera de lo común de lo que ellos han visto, lo cierto que los niños llevan pantaloncillos cortos, cuando eres adolescente, tienes derecho a usar pantalones largos y ya de adulto se te permitía llevar un saco y sombrero, solo de esa manera podrías acercarte a la Plaza Bolívar.
Anteriormente, lo que conocemos como Plaza Bolívar, en esos tiempos de la generación silenciosa, ya que los niños y adolescentes no tenían derecho a opinar, solo algunos sabían leer o escribir, únicamente los españoles de alcurnia y obviamente los representantes de la Iglesia, tenían ese Don, este lugar de reuniones, se llamaba Plaza de Armas o Plaza Mayor. En realidad, era la única Plaza que había.
¿Acaso se le pregunto a los indígenas que estaban acá?, ¿Cuál ha sido tu impresión, cuando llegaron los Españoles? Ellos me comentaban, llegaron entes espirituales, demonios, montados en bestias de cuatro patas, con un hombre de lata brillante, lanzas que escupen fuego, sería la primera impresión que tuvieron los Indios Caracas, después de tanto andar, trajinar, exterminio e imposición de ideales.
Sintiendo la brisa fría que llega desde el Ávila, e imaginarme, que más allá de la sangre derramada por los próceres, los soldados, campesinos, esclavos indígenas y las luchas internas por el poder, si así es, esto es un viejo conocido, la ambición los ha sumergido en feroces regímenes dictatoriales.
Algo por el estilo argumentaba Peter Drucker (1997), “El comunismo fracasó como sistema económico. En lugar de crear riqueza creó miseria. En lugar de crear igualdad económica creó una nomenclatura de funcionarios que gozan de privilegios económicos sin precedentes”.
Adicionalmente Drucker, aseveró que: “El Marxismo fracasó, porque no creo al hombre nuevo, por el contrario, saco a la luz y fortaleció todo lo peor del ‘Viejo Adán’; corrupción, codicia, concupiscencia del poder, envidia, desconfianzas mutuas, mezquina tiranía, sigilo, mentiras y sobre todo cinismo”.
Canelón, acomodándose su sombrero de paja, nos dice, ya aclaramos ese punto que los políticos profesan, ahora, ¿Saben ustedes porque se llamaba Plaza de Armas? Muy simple, era donde los soldados hacían sus ejercicios y acampaban todos aquellos que pretendían conquistar la ciudad.
Me comentaba la otra vez, un Coriano, que ya ni me acuerdo de su nombre, que Francisco de Miranda, trajo la primera bandera a la Vela de Coro, y la primera Gobernación del País, estuvo en Capatárida. No hay que dejar por fuera a la Iglesia, aún está presente la enigmática Cruz de San Clemente, hecha con un árbol de cují, por razones de distancia, ya que para esa década no existían los estados como tal, decidieron centralizar todo en la Capital.
Era más cómodo llegar a la Guaira, subir por el camino de los españoles en el Ávila y llegar al valle de Caracas; esto es lo que pasaba aquí en nuestro País, seguidamente Asciclo replicaba que, dejamos de andar descalzos y en guayucos, para tener alpargatas y liqui liqui o algo parecido.
Canelón, seguía mascando chimo y compartiendo la chacarita con Asciclo, les pregunte por curiosidad, donde lo leyeron, se quedaron en silencio, me miraron y me responden, no sabemos leer, lo que te estamos contando nos los contaron nuestros padres, abuelos y así sucesivamente.
No vale la pena que te escondas, la transculturización llego para quedarse, nunca se sabe si viene o se va, entre la oralidad o la persecución de todo aquel que profesara un llamado de libertad.
Entonces, después de que la vida puso ‘OUT’ al hombre de la Mulera, en 1935, llegaron tiempos de sueños democráticos, donde las nuevas generaciones lucharon para romper con los vicios del pasado.
Para ese entonces, nuestro País era 99% rural, netamente agropecuario, sus pobladores con rostros de campesinos, pocas calles de piedra, en su mayoría eran de tierra, con casas de bahareque, tejas rojas, grandes ventanales e inmensos patios que parecían un jardín botánico.
Ya Caracas, contaba con 8 parroquias: Catedral, La Pastora, San José, Candelaria, Altagracia, Santa Teresa, San Juan y Santa Rosalía, siempre rodeados de nuestro majestuoso Ávila y la presencia de los Ríos Guaire al Sur, Anauco al Este y Caroata al Oeste, en realidad sus aguas claras desaparecieron y ahora es un manantial de desechos.
¿Qué en donde me encuentro? Estoy aquí, en la Esquina de Gradillas, donde se dan cita los poetas, lectores, políticos, curiosos, para dar a conocer sus obras, esta esquina se encuentra en el centro y es el corazón de la ciudad.
El nombre de esta esquina, se debe a las gradillas que daban acceso a la Plaza Mayor, además de tantas tertulias, me dio sed y me dirijo a la botica que colinda con la plaza, pido una Fanta Orange Crush, bien fría, que va no existen las neveras para este instante.
Entonces escuche que había un juego en Quebrada Honda, una planicie amplia, polvorienta, cuando mis ojos logran enfocar lo que se está realizando, quede impresionado ¿Cómo se llama esto? Se escuchaba murmurar, esto es Béisbol, oye que fenomenal, este día estaba jugando el equipo azul contra el rojo, ambos pertenecían a la empresa Cervecería Caracas.
Cada domingo, los Caraqueños se congregaban, después de la misa, algunos escuchaban las retretas y otros tantos fanáticos de este nuevo deporte, en Quebrada Honda, para ir a ver los juegos.
Por primera vez logre vivenciar que esos peloteros, cambiaron el curso de la vida de la Capital y las Provincias, sin derramar una sola gota de sangre, contribuyeron a sustituir el fúsil por el bate, una bala por una pelota y el uniforme de campaña, por una temporada extraordinaria. Entonces, gritaban al unísono ¡PLAAAAYYYY BAAAALLLLL!!!!!!!!
Fernando Antonio Salas Granado
Bibliografía.
Clemente Travieso, Carmen (2001). Las esquinas de Caracas.- Caracas: Los Libros de El Nacional.
Uslar Pietri, A. (1949). De una a otra Venezuela.- Caracas: Monte Ávila Editores.
Drucker, Peter F. (1997). La sociedad Post Capitalista.- Colombia: Editorial Norma.