El avatar de David es una caricatura de su rostro trazada por la mano de su hermano, y aunque el nombre de su perfil sugiere una personalidad más relacionada con las computadoras, en realidad @Hiperterminal es el perfil en Twitter de un bibliotecario colombiano.
Antes de «desvirtualizar» a David, solo conocía su faceta de bloguero y bibliotecario. Luego de intercambiar una presentación muy breve en la estación central de Amsterdam, descubrí distintas facetas profesionales y artísticas en su persona.
A solo unos metros de la Plaza Dam, donde los canales de la capital holandesa se entrelazan con las aceras empedradas, nos topamos con un bar encantador y dejamos fluir la conversación. Entonces supe de sus inicios en la programación y cómo su viaje universitario comenzó en la facultad de Informática y terminó en la de Ciencias de la Información.
También me contó de su faceta de profesor universitario y de miembro de la IFLA Leadership Program; me comentó de su rol de investigador en la Fundación Conector, me sorprendió con la construcción de la Calculadora de Dominio Público Colombiana y hasta se ofreció a dibujarme en su sketch de bolsillo.
En ese momento lo supe: David es de los míos.
Siempre me he sentido fascinada por esas historias de quienes han sabido transitar por esos viajes de interdisciplinariedad, tan fascinantes y comunes en las ramas de las Humanidades y las Ciencias de la Información.
Casi un año después tuve el placer de reunirme de nuevo con David, ya no rodeada de tranvías y bicis pero sí en frente de un micrófono – lo entrevisté para Hola Mundo Podcast, un espacio para hablar sobre cambios de carrera hacia la industria de la tecnología.
Este episodio en particular surgió con la idea de mostrar una trayectoria inusual y hasta inversa al resto de los invitados: el viaje de programador a bibliotecario; la transición entre PHP y las fuentes documentales; o la unión fascinante de los lenguajes de programación con el lenguaje de caracteres sumerios grabados en las tablillas de arcilla.
En la entrevista, @Hiperterminal comienza explicando una idea recurrente para él: la imagen del hacker bibliotecario. Nos introduce al tema haciendo una reminiscencia del Hollywood de la década de los años ochenta, cuando se construye el hacker en el imaginario popular como ese personaje que roba información y dispara misiles desde de su teléfono celular.
Pero la idea del hacker bibliotecario de David no va por ahí. Su concepto va en sintonía con el libro “La ética del hacker y el espíritu de la era de la información” de Pekka Himanen (2001), donde el hacker es aquella persona apasionada, experta o entusiasta de cualquier tipo.
También resalta que no es necesario saber de computadoras para ser catalogado como hacker. Se puede hablar entonces de un hacker zapatero, de un hacker astronauta y ¿por qué no? de un hacker bibliotecario. La clave es ser bueno en lo que se hace.
Pero uno no puede autodenominarse hacker, afirma el bibliotecario. El título debe ser asignado por un tercero. Y ese momento llegó para @Hiperterminal cuando estaba trabajando en la Biblioteca Nacional de Colombia y fue presentado por un colega como “David, el hacker bibliotecario”.
Dale play y escucha la entrevista completa de David Ramírez-Ordoñez en Hola Mundo Podcast.
Convertirse en un hacker bibliotecario.
Ser un hacker bibliotecario es también ser o convertirse en un buen gerente de información, pero en realidad no hay un consenso sobre qué es ser un gran bibliotecario o cómo llegar a serlo.
En este sentido, Gloria Pérez-Salmerón, presidenta de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios e Instituciones (IFLA, por sus siglas en inglés), arroja luces sobre el tema en una infografía compartida en su perfil de Twitter. El recurso destaca los 10 pasos para convertirse en un gran bibliotecario o gerente de información.
Para concluir, dejo la siguiente pregunta abierta: ¿qué necesitamos para empezar a tomar el control de nuestro futuro como profesionales de la información?
¡Hasta el próximo post!
Recursos
Himanen, Pekka. (2001): La ética del hacker y el espíritu de la era de la información. Editorial: Destino, Helsinki.