He sido un representante de la virtualidad, de los bienes y beneficios que conlleva, sin embargo, evidencio la gran oportunidad que tiene la presencia de lo real y físico en la actualidad. Ya lo hablaba en mi anterior post, insistiendo en los costos que representa la presencialidad en la actualidad, e incluso los esfuerzos físicos que se ejercen para realizar una actividad por este medio. Si bien la nube y las actividades que se realizan a través de ésta han facilitado y agilizado la cotidianidad de la vida en sus diferentes aspectos, es también evidente que no tiene, hasta el día hoy, punto de comparación en actividades que son netamente humanas.
Desde la Biblioteca se ha trabajado sólidamente en esta coyuntura, desde el tema físico de la información hasta la presencia virtual de la institución en redes sociales, en su labor administrativa y la prestación del servicio. Por este trabajo, desde las personas se debe valorar lo que nos pertenece como seres humanos, es un límite que por naturaleza debemos establecer.
En esta imagen se puede ver claramente cómo las diferentes instituciones (entiéndase instituciones como educación, salud, entretenimiento, etc.) en relación a los costos se comportan, donde todas aquellas que representan actividades presenciales representan precios más elevados; paralelamente, aquellos mercados que representan actividades virtuales entre otros, han decrecido de manera considerable. Esta es una muestra (sólo se tiene en cuenta una parte de la población norteamericana) muy similar a lo que vivimos en Latinoamérica, donde los costos de la educación son elevadísimos, y donde cada semana nos muestran un descuento en un smartphone o un laptop.
Desde este punto de vista, se puede afirmar que la Biblioteca es la presencialidad de un Internet curado. Es la mejor opción para investigar y resolver dudas que requieran de profundidad; esta es la imagen de la Biblioteca, la cara presencial de la información. Los Labs que se han creado en las Bibliotecas son una respuesta clara a este contexto, puesto que ya la información se entrega remotamente a través de la nube, se establecen espacios de interpretación, creación y aplicación del conocimiento.
Cabe aclarar que este post no interpreta a la biblioteca como un espacio dispuesto a cobrar por sus servicios, sólo como un espacio que se debe valorar como tal, pues es la presencialidad de la información, ya sea electrónica o impresa. Así les comparto de nuevo el artículo del New York Times “Valuable humans in our digital future” de Quentin Hardy, del cual extraje la imagen de este post, y que me parece que vale la pena leer y releer.